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El Apocalipsis Católico inicia en 2016
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El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Que es la Astronomía Sagrada.
Siempre me ha sorprendido que los primeros en conocer, sin ayuda de ángeles, cuándo y dónde había nacido el Redentor no fueran unos judíos, ni tan siquiera alguien que conociera las Sagradas Escrituras. Toda una nación, expectante por siglos, orgullosa de su Dios, de las promesas recibidas, estudiosa de unos libros sagrados divinamente inspirados, con costumbres y tradiciones de origen divino, que oraban por la llegada del Mesías y disponía de abundantes profecías en varios siglos, a la hora de la verdad fue incapaz de reconocer el momento que ansiaban durante siglos y generaciones. Por el contrario, otros personajes muy lejos de allí, a centenares de kilómetros, que pertenecían a otra cultura, aparentemente sin conocimiento de aquella gran promesa de un Salvador, fueron los que realmente identificaron el momento, interpretaron su trascendencia y sacaron provecho para sus vidas de tan importante circunstancia histórica.
Para ello, los Reyes Magos habían alcanzado una sabiduría, derivada de las estrellas y no de la Biblia, que no sólo les llevó al lugar preciso del nacimiento de Jesucristo, en el momento exacto, sino que además les informó de muchas cosas importantes sobre aquel Niño, único en la historia. Así por ejemplo conocían que además de ser hombre era a la vez Dios, porque le adoraron y le ofrecieron incienso. Para valorar la importancia de lo que entonces suponía entender esta verdad, basta recordar que más de treinta años después, Jesús le decía a Pedro al confesar este mismo conocimiento: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Pero aquellos Reyes de Oriente además sabían mucho de la misión que aquel Niño Dios traía a la Tierra pues conocían que tenía que pasar por la muerte, a pesar de ser Dios, y por ello le regalaron mirra, con la que embalsamar su cuerpo al tiempo de la sepultura. De nuevo, para valorar lo que supone aceptar esta realidad hay que recordar que los apóstoles no quisieron enfrentarse a ella, a pesar de que Jesús se la predijo hasta tres veces, y por ello luego le abandonaron en los momentos más difíciles.
Todavía más sorprendente es que supieran que aquel Niño era Rey, entonces de los judíos , independientemente de la pobre apariencia y humilde condición con que lo veían, y que en el futuro también lo sería de ellos mismos y de todo el mundo. Por ello ya le entregaron el oro de su contribución, pues, para cuando llegara el momento de su futura manifestación como Soberano de toda la tierra, ellos podían ya no estar en el mundo. En otras palabras, sabían de una venida inexorable posterior como Rey victorioso, tras la muerte a la que estaba ligada el regalo de la mirra, algo que los apóstoles solo conocieron después de la Ascensión.
Por si todo lo anterior no resultara suficientemente insólito, es aún más impresionante comprobar que lo que sabían no era un conocimiento muerto sino que les movía a una espera vigilante realizando observaciones astronómicas regulares, expectantes por cumplir algún día el deseo ardiente de su corazón de conocer y adorar a aquel Niño. Por ello, cuando finalmente la señal surgió en el cielo y por sus cálculos comprendieron que el momento ansiado había llegado, no tardaron en ponerse en marcha para hacer un largo e incómodo viaje. En realidad no sabría decir si son más admirables por sus conocimientos o por cómo esa sabiduría fructificó en sus corazones como tierra fecunda que amaba los planes redentores de Dios que sólo podían haber conocido a través de los astros. Y Dios bendijo aquella sabiduría hecha amor permitiendo que le encontraran, aceptando sus dones aparentemente excesivos y librándolos de las insidias que el poderoso Herodes tenía planeadas para ellos.
Este análisis del breve texto sagrado, en que aparecen fugazmente los tres hombres sabios de Oriente, conduce inevitablemente a una doble pregunta: ¿Cuál era aquella sabiduría no bíblica, sino escrita en los astros, que les llevó tan certeramente a encontrar a Dios y a saber tanto de Él? Y si finalmente conseguimos la respuesta a esta primera pregunta, surge una segunda: ¿Se contendrá en esa arcana sabiduría información sobre la próxima venida de Jesucristo, como existió sobre su primera venida al mundo?
El conocimiento arcano y moderno de las estrellas.
Antes de responder a estas preguntas es necesario poner de manifiesto que el conocimiento de las estrellas que tiene el hombre moderno es muy diferente al que tenía cualquier mortal hace tan solo unos cientos de años. Los catálogos de estrellas antiguas no identificaban más que unas tres mil, las que se podían ver a simple vista. Hoy, gracias a los telescopios y los satélites, los astrónomos conocen millones de estrellas y distinguen desde galaxias hasta pequeños asteroides. Pero este engrosamiento del inventario de objetos celestes no ha añadido nada a la sabiduría que contenían las pocas estrellas que veían los Magos, sino que la ha relegado a algo propio de museos, inservible para la ciencia moderna.
El ciudadano normal del siglo XXI es un gran ignorante acerca las estrellas, en comparación con lo que sobre ellas sabían los hombres de siglos anteriores. La luz artificial de las ciudades, en las que vive más del 80% de la población mundial, ha difuminado la luz natural de las estrellas y ya no es posible realizar observaciones desde ellas a simple vista. Sólo queda un resquicio con el que suplir con creces esta carencia. En nuestros omnipresentes ordenadores, tabletas y smartphones, se pueden instalar programas gratuitos que reproducen el firmamento estrellado en cualquier lugar y tiempo que deseemos. Por ello, si conociéramos los principios de la sabiduría que guío a los Reyes Magos, cualquiera podría observar lo que ellos vieron, reflexionar y vigilar el futuro como ellos lo hicieron.
Para indagar acerca de cuáles son estos principios de arcana sabiduría celestial, la Sagrada Escritura señala que las estrellas fueron creadas por Dios para alumbrar sobre la tierra, y para medir los tiempos, los días y los años. La precisión del gigantesco reloj astronómico es útil no solo para saber el cuándo sino el dónde y así lo ha hecho el hombre durante milenios con instrumentos como el astrolabio o ahora con los GPS. Por ello, es lógico que a través de las estrellas los Reyes Magos fueran alumbrados sobre cuándo y dónde nació el Salvador.
La Sagrada Escritura enseña que los cielos fueron dispuestos con inteligencia, de forma que proclaman la gloria de Dios. Un pregón que se transmite de noche en noche, sin palabras, sin que resuene una voz, pero que alcanza a toda la Tierra. Para anunciarlo, Dios asignó a cada estrella su propio resplandor y un nombre, las agrupó en forma de signos que lógicamente tienen significado, y les asignó un orden por el cual aparecen en la esfera celeste, que los interrelaciona en el espacio y el tiempo.
En resumen, la sabiduría divina de las estrellas se puede buscar a través de los nombres que Dios les asignó, y de las figuras del zodíaco que diseñó con un orden interno de luminosidad y otro externo de disposición geográfica en la bóveda celeste, para que cada nueva aparición tuviera una enseñanza. Todos estos elementos casi no han cambiado en los seis mil años de historia del hombre sobre la Tierra. Las variaciones de posición absoluta de una estrella son imperceptibles y las del pivote sobre el que se mueve todo el conjunto estelar es muy leve, tan solo un signo zodiacal o 30º sexagesimales cada dos mil años.
Asimismo, el número y figura de las 48 constelaciones antiguas, a pesar de parecer una agrupación arbitraria, se ha mantenido significativamente constante a través de las culturas de los distintos siglos. Tampoco ha cambiado el sentido de los nombres de las estrellas en todas esas antiguas culturas, a pesar de ser traducido a distintas lenguas. Los estudios sobre el movimiento de precesión de la esfera celeste precisan un origen de las constelaciones algo anterior a 5200 años, es decir cuando todavía vivía Adán. Todo ello indica que la descripción de la esfera celeste que hoy seguimos procede de muy antiguo, mucho antes de que se comenzaran a escribir los libros de la Sagrada Escritura y bastante antes del diluvio universal que aconteció hace 4.800 años.
Así pues, la clave de toda la sabiduría de los Magos parte de los nombres de las estrellas. El nombre en la Biblia tiene mucha importancia porque define lo más íntimo del ser o el significado de una misión divina y hasta con frecuencia se asigna de modo solemne. Yahvé Elohim trajo ante Adán todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Adán, con la ciencia que tenía antes del pecado original, dio nombre a todos los ganados y a todas las aves del cielo y a todas las bestias del campo. Son frecuentes los pasajes de la Sagrada Escritura que aclaran el significado profundo del nombre de sus protagonistas. El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes. Tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Le llamó Moisés, diciendo: De las aguas lo he sacado. Una virgen concebirá y tendrá un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros. Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Al que venciere le daré (…) una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe. Por ello, sorprende que aunque los animales individuales no tengan nombre, Dios si llama a cada estrella por su nombre.
La recuperación histórica de la Astronomía Sagrada.
A partir del siglo XIX y XX, los trabajos de Rolleston, Seiss y otros, indagaron los nombres que tenían las estrellas en las culturas antiguas y su significado, así como la morfología de las figuras, significado y orden de las constelaciones. Los resultados confirmaron una puerta al conocimiento y profundización de los misterios divinos del Plan de Redención. De estos trabajos emergió el mismo designio redentor de la Sagrada Escritura organizado en tres libros principales, cada uno en un área celeste, compuesto por cuatro capítulos de cuatro páginas, en los que existían unos actores principales y se narraba sucesivamente, la caída del hombre, la promesa de un Redentor del género humano, que nacería de una Virgen, sus luchas, sufrimientos, victoria y Reinado final, con multitud de detalles. Este era el libro que meditaban los Magos.
En el siguiente apartado veremos algunos ejemplos de estos hallazgos. Al desgranar en detalle los nombres de las principales estrellas y su significado, se repite constantemente el patrón de estar ligado a la figura de la constelación a la que pertenecen y a su posición dentro de ella. Por tanto, nombre de estrella, nombre de constelación y figura tienen una íntima relación que hace pensar en un diseño ordenado dirigido a una finalidad. A su vez esto también ocurre con el conjunto de las 48 constelaciones antiguas. El objetivo final de toda esa organización de relaciones, entre los millones de combinaciones posibles, tiene el objetivo de contar una historia que hoy comprendemos es la historia de la Salvación, de la que ya hemos sido testigos en una gran parte y que nos ha llegado preferentemente por la vía escrita.
Nadie más que el Creador puede ser el autor último de esta impresionante obra de arte impresa en la magnitud inmensa del cosmos y de esta aparente coincidencia. El plasmó en forma de imágenes la historia de la Redención para que el hombre, cuando aún desconocía la escritura, la pudiera considerar y no olvidar así la promesa, ni perder la esperanza de un Salvador, realizada a las puertas del Paraíso. Dios sabía que la transmisión escrita del Génesis no comenzaría hasta 2.500 años después de ocurrir y por ello fácilmente podía olvidarse tan importante mensaje en los avatares de la historia.
Diferencias entre Astronomía Sagrada y Astrología
Continuará.
Siempre me ha sorprendido que los primeros en conocer, sin ayuda de ángeles, cuándo y dónde había nacido el Redentor no fueran unos judíos, ni tan siquiera alguien que conociera las Sagradas Escrituras. Toda una nación, expectante por siglos, orgullosa de su Dios, de las promesas recibidas, estudiosa de unos libros sagrados divinamente inspirados, con costumbres y tradiciones de origen divino, que oraban por la llegada del Mesías y disponía de abundantes profecías en varios siglos, a la hora de la verdad fue incapaz de reconocer el momento que ansiaban durante siglos y generaciones. Por el contrario, otros personajes muy lejos de allí, a centenares de kilómetros, que pertenecían a otra cultura, aparentemente sin conocimiento de aquella gran promesa de un Salvador, fueron los que realmente identificaron el momento, interpretaron su trascendencia y sacaron provecho para sus vidas de tan importante circunstancia histórica.
Para ello, los Reyes Magos habían alcanzado una sabiduría, derivada de las estrellas y no de la Biblia, que no sólo les llevó al lugar preciso del nacimiento de Jesucristo, en el momento exacto, sino que además les informó de muchas cosas importantes sobre aquel Niño, único en la historia. Así por ejemplo conocían que además de ser hombre era a la vez Dios, porque le adoraron y le ofrecieron incienso. Para valorar la importancia de lo que entonces suponía entender esta verdad, basta recordar que más de treinta años después, Jesús le decía a Pedro al confesar este mismo conocimiento: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Pero aquellos Reyes de Oriente además sabían mucho de la misión que aquel Niño Dios traía a la Tierra pues conocían que tenía que pasar por la muerte, a pesar de ser Dios, y por ello le regalaron mirra, con la que embalsamar su cuerpo al tiempo de la sepultura. De nuevo, para valorar lo que supone aceptar esta realidad hay que recordar que los apóstoles no quisieron enfrentarse a ella, a pesar de que Jesús se la predijo hasta tres veces, y por ello luego le abandonaron en los momentos más difíciles.
Todavía más sorprendente es que supieran que aquel Niño era Rey, entonces de los judíos , independientemente de la pobre apariencia y humilde condición con que lo veían, y que en el futuro también lo sería de ellos mismos y de todo el mundo. Por ello ya le entregaron el oro de su contribución, pues, para cuando llegara el momento de su futura manifestación como Soberano de toda la tierra, ellos podían ya no estar en el mundo. En otras palabras, sabían de una venida inexorable posterior como Rey victorioso, tras la muerte a la que estaba ligada el regalo de la mirra, algo que los apóstoles solo conocieron después de la Ascensión.
Por si todo lo anterior no resultara suficientemente insólito, es aún más impresionante comprobar que lo que sabían no era un conocimiento muerto sino que les movía a una espera vigilante realizando observaciones astronómicas regulares, expectantes por cumplir algún día el deseo ardiente de su corazón de conocer y adorar a aquel Niño. Por ello, cuando finalmente la señal surgió en el cielo y por sus cálculos comprendieron que el momento ansiado había llegado, no tardaron en ponerse en marcha para hacer un largo e incómodo viaje. En realidad no sabría decir si son más admirables por sus conocimientos o por cómo esa sabiduría fructificó en sus corazones como tierra fecunda que amaba los planes redentores de Dios que sólo podían haber conocido a través de los astros. Y Dios bendijo aquella sabiduría hecha amor permitiendo que le encontraran, aceptando sus dones aparentemente excesivos y librándolos de las insidias que el poderoso Herodes tenía planeadas para ellos.
Este análisis del breve texto sagrado, en que aparecen fugazmente los tres hombres sabios de Oriente, conduce inevitablemente a una doble pregunta: ¿Cuál era aquella sabiduría no bíblica, sino escrita en los astros, que les llevó tan certeramente a encontrar a Dios y a saber tanto de Él? Y si finalmente conseguimos la respuesta a esta primera pregunta, surge una segunda: ¿Se contendrá en esa arcana sabiduría información sobre la próxima venida de Jesucristo, como existió sobre su primera venida al mundo?
El conocimiento arcano y moderno de las estrellas.
Antes de responder a estas preguntas es necesario poner de manifiesto que el conocimiento de las estrellas que tiene el hombre moderno es muy diferente al que tenía cualquier mortal hace tan solo unos cientos de años. Los catálogos de estrellas antiguas no identificaban más que unas tres mil, las que se podían ver a simple vista. Hoy, gracias a los telescopios y los satélites, los astrónomos conocen millones de estrellas y distinguen desde galaxias hasta pequeños asteroides. Pero este engrosamiento del inventario de objetos celestes no ha añadido nada a la sabiduría que contenían las pocas estrellas que veían los Magos, sino que la ha relegado a algo propio de museos, inservible para la ciencia moderna.
El ciudadano normal del siglo XXI es un gran ignorante acerca las estrellas, en comparación con lo que sobre ellas sabían los hombres de siglos anteriores. La luz artificial de las ciudades, en las que vive más del 80% de la población mundial, ha difuminado la luz natural de las estrellas y ya no es posible realizar observaciones desde ellas a simple vista. Sólo queda un resquicio con el que suplir con creces esta carencia. En nuestros omnipresentes ordenadores, tabletas y smartphones, se pueden instalar programas gratuitos que reproducen el firmamento estrellado en cualquier lugar y tiempo que deseemos. Por ello, si conociéramos los principios de la sabiduría que guío a los Reyes Magos, cualquiera podría observar lo que ellos vieron, reflexionar y vigilar el futuro como ellos lo hicieron.
Para indagar acerca de cuáles son estos principios de arcana sabiduría celestial, la Sagrada Escritura señala que las estrellas fueron creadas por Dios para alumbrar sobre la tierra, y para medir los tiempos, los días y los años. La precisión del gigantesco reloj astronómico es útil no solo para saber el cuándo sino el dónde y así lo ha hecho el hombre durante milenios con instrumentos como el astrolabio o ahora con los GPS. Por ello, es lógico que a través de las estrellas los Reyes Magos fueran alumbrados sobre cuándo y dónde nació el Salvador.
La Sagrada Escritura enseña que los cielos fueron dispuestos con inteligencia, de forma que proclaman la gloria de Dios. Un pregón que se transmite de noche en noche, sin palabras, sin que resuene una voz, pero que alcanza a toda la Tierra. Para anunciarlo, Dios asignó a cada estrella su propio resplandor y un nombre, las agrupó en forma de signos que lógicamente tienen significado, y les asignó un orden por el cual aparecen en la esfera celeste, que los interrelaciona en el espacio y el tiempo.
En resumen, la sabiduría divina de las estrellas se puede buscar a través de los nombres que Dios les asignó, y de las figuras del zodíaco que diseñó con un orden interno de luminosidad y otro externo de disposición geográfica en la bóveda celeste, para que cada nueva aparición tuviera una enseñanza. Todos estos elementos casi no han cambiado en los seis mil años de historia del hombre sobre la Tierra. Las variaciones de posición absoluta de una estrella son imperceptibles y las del pivote sobre el que se mueve todo el conjunto estelar es muy leve, tan solo un signo zodiacal o 30º sexagesimales cada dos mil años.
Asimismo, el número y figura de las 48 constelaciones antiguas, a pesar de parecer una agrupación arbitraria, se ha mantenido significativamente constante a través de las culturas de los distintos siglos. Tampoco ha cambiado el sentido de los nombres de las estrellas en todas esas antiguas culturas, a pesar de ser traducido a distintas lenguas. Los estudios sobre el movimiento de precesión de la esfera celeste precisan un origen de las constelaciones algo anterior a 5200 años, es decir cuando todavía vivía Adán. Todo ello indica que la descripción de la esfera celeste que hoy seguimos procede de muy antiguo, mucho antes de que se comenzaran a escribir los libros de la Sagrada Escritura y bastante antes del diluvio universal que aconteció hace 4.800 años.
Así pues, la clave de toda la sabiduría de los Magos parte de los nombres de las estrellas. El nombre en la Biblia tiene mucha importancia porque define lo más íntimo del ser o el significado de una misión divina y hasta con frecuencia se asigna de modo solemne. Yahvé Elohim trajo ante Adán todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Adán, con la ciencia que tenía antes del pecado original, dio nombre a todos los ganados y a todas las aves del cielo y a todas las bestias del campo. Son frecuentes los pasajes de la Sagrada Escritura que aclaran el significado profundo del nombre de sus protagonistas. El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes. Tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido. Le llamó Moisés, diciendo: De las aguas lo he sacado. Una virgen concebirá y tendrá un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros. Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Al que venciere le daré (…) una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe. Por ello, sorprende que aunque los animales individuales no tengan nombre, Dios si llama a cada estrella por su nombre.
La recuperación histórica de la Astronomía Sagrada.
A partir del siglo XIX y XX, los trabajos de Rolleston, Seiss y otros, indagaron los nombres que tenían las estrellas en las culturas antiguas y su significado, así como la morfología de las figuras, significado y orden de las constelaciones. Los resultados confirmaron una puerta al conocimiento y profundización de los misterios divinos del Plan de Redención. De estos trabajos emergió el mismo designio redentor de la Sagrada Escritura organizado en tres libros principales, cada uno en un área celeste, compuesto por cuatro capítulos de cuatro páginas, en los que existían unos actores principales y se narraba sucesivamente, la caída del hombre, la promesa de un Redentor del género humano, que nacería de una Virgen, sus luchas, sufrimientos, victoria y Reinado final, con multitud de detalles. Este era el libro que meditaban los Magos.
En el siguiente apartado veremos algunos ejemplos de estos hallazgos. Al desgranar en detalle los nombres de las principales estrellas y su significado, se repite constantemente el patrón de estar ligado a la figura de la constelación a la que pertenecen y a su posición dentro de ella. Por tanto, nombre de estrella, nombre de constelación y figura tienen una íntima relación que hace pensar en un diseño ordenado dirigido a una finalidad. A su vez esto también ocurre con el conjunto de las 48 constelaciones antiguas. El objetivo final de toda esa organización de relaciones, entre los millones de combinaciones posibles, tiene el objetivo de contar una historia que hoy comprendemos es la historia de la Salvación, de la que ya hemos sido testigos en una gran parte y que nos ha llegado preferentemente por la vía escrita.
Nadie más que el Creador puede ser el autor último de esta impresionante obra de arte impresa en la magnitud inmensa del cosmos y de esta aparente coincidencia. El plasmó en forma de imágenes la historia de la Redención para que el hombre, cuando aún desconocía la escritura, la pudiera considerar y no olvidar así la promesa, ni perder la esperanza de un Salvador, realizada a las puertas del Paraíso. Dios sabía que la transmisión escrita del Génesis no comenzaría hasta 2.500 años después de ocurrir y por ello fácilmente podía olvidarse tan importante mensaje en los avatares de la historia.
Diferencias entre Astronomía Sagrada y Astrología
Continuará.
SIGAA- COMPAÑERO DESTACADO
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Fecha de inscripción : 17/03/2013
Edad : 80
Localización : Querétaro, Qro. México
Re: El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Todavia no termine de leerlo, pero es muy pero muy interesante SIGAA, muchas gracias!!!
Invitado- Invitado
El Apocalipsis Católico inicia en 2016
2. Diferencias entre Astronomía Sagrada y Astrología
Esta Revelación la conocieron inicialmente los patriarcas antiguos y con Noé pasó a la época posterior al diluvio. Cuando los hombres volvieron a multiplicarse, en algunos lugares el diablo tergiversó aquel conocimiento en lo que hoy conocemos como horóscopo, de forma que Dios prohibió utilizar las estrellas como modo de adivinación y por entonces estableció la vía escrita de la Revelación. Por todo ello, aunque ambos conocimientos se basan en la Astronomía, el conocimiento sagrado es anterior, mientras que la Astrología es una perversión diabólica posterior creada sobre una verdad existente previa. Por tanto, la Astrología es a la Astronomía Sagrada lo mismo que la herejía a la recta doctrina. En consecuencia, Dios bendice una mientras que condena la otra. Así, por ejemplo, Jesucristo no tiene reparo en tener una estrella de referencia para los Magos o decir en el Apocalipsis que es la estrella brillante de la mañana.
La historia de los Reyes Magos es prueba de que la revelación divina original, a pesar de ser menos difundida que su versión diabólica u horóscopo, también pervivió, y como decía el Salmo 19, el mensaje se transmitió de noche en noche sin necesidad de una voz. De hecho, no sólo los Reyes Magos fueron portadores de este conocimiento positivo divino en las estrellas sino que el profeta Daniel, por su sabiduría llegó a ser nombrado por Nabucodonosor jefe de los magos en Babilonia, y profetizó que vendrá un tiempo tal, cual nunca se ha visto desde que comenzaron a existir las naciones hasta aquel día en que los sabios brillarán con el esplendor del firmamento, y los que enseñaron la justicia a muchos resplandecerán por siempre, eternamente, como las estrellas.
No es aquí el lugar para hacer una monografía detallada de la Astronomía Sagrada, pero desde los conocimientos desarrollados en los escritos de los investigadores citados, podemos entender que la comprensión de la doble naturaleza divina y humana que tenían los Reyes Magos sobre aquel Niño procedía de las figuras de Centauro y Sagitario, que muestran esa doble naturaleza en forma de hombre-caballo. Sabían de su concepción y parto virginal a través del significado de las constelaciones de Virgo y Coma. Conocían su lucha y sufrimientos redentores porque están descritos en las constelaciones de Hércules, Ofiuco, Víctima (Lupus) y la Cruz del Sur (Crux). Estaban al corriente de su victoria sobre el enemigo por Orión, de su resurrección por Perseo y el Águila y de su realeza definitiva por Cefeo y Leo. Las peripecias de los seguidores del Redentor las vieron descritas en Piscis, Andrómeda y Cassiopea. Entendieron las tribulaciones de los últimos tiempos por las constelaciones de Eridanus y Tauro, al tiempo que la constelación del Auriga les mostraba la protección paternal de Dios a los suyos en esos momentos difíciles. Finalmente conocían su última época victoriosa en la Tierra por Géminis y Cáncer. Y estos son sólo unos pocos detalles de la historia de la Salvación de los muchos que sabían porque Dios los había escrito en las estrellas.
Como ejemplo, veamos con más detalle alguna de estas constelaciones y sus estrellas para entender cómo enseña la Astronomía Sagrada y paralelismos simbólicos semejantes que utiliza la Sagrada Escritura para los mismos temas. Comenzaremos por la constelación de Ofiuco o Serpentarius y aquellas con las que se relaciona espacialmente en la bóveda celeste. La figura de la constelación representa a un hombre con aspecto bondadoso y sabio que lucha con una gigantesca serpiente (Serpens) para evitar que ésta alcance la corona (Corona Boreal) que no le corresponde. Con su pie delantero pisa el cuerpo de un escorpión (Scorpio) que a su vez levanta su cola lista para clavarle el aguijón con su veneno en el pie que tiene más retrasado. Ofiuco, o Serpentarius en latín, significa “el que sujeta a la serpiente”. El nombre de su principal estrella situada en su cabeza es Ras-al-Hagus que significa “la cabeza de quien la agarra”. La estrella principal de la constelación Serpens cercana a su cabeza se llama Unukalhai que significa “El cuello (o corazón) de la serpiente”. La estrella más brillante de Scorpio, en su corazón, se llama Antares que significa “el que hiere”. En su cola la estrella Lesath que se traduce por “aguijón”.
La escena habla de la pelea ancestral del Diablo por dominar al hombre. Primariamente representa a Jesucristo como Redentor y por extensión a cada hombre en su lucha personal contra el tentador. Jesucristo, cabeza del linaje de la Mujer, representado en Ofiocu pelea con la serpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y le aplastará la cabeza, mientras que el enemigo le acecharás a él, el calcañal. El Apocalipsis replica esa figura de la lucha de cada hombre con el diablo durante los últimos tiempos al describir unas langostas que tenían colas semejantes a los escorpiones, y aguijones, y en sus colas residía su poder de dañar a los hombres por cinco meses. La pelea se establece con la ayuda de Dios porque Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones. El hombre, con la gracia, puede responder pisándole la cabeza y no perdiendo su premio.
Otra interesante iconografía celeste, ligada al momento histórico de los últimos tiempos, es la que muestra la constelación del Auriga y las figuras que le rodean: Perseo, Tauro (Toro), Orión, Eridanus (Río de la ira), Cetus (Ballena) y Lepus (Conejo). En su conjunto narran la misma historia que la segunda parte del Apocalipsis, desde la perspectiva del Buen Pastor que, al tiempo que protege a sus ovejas, ejecuta por el fuego la purificación del pecado que domina en la tierra. La figura que representa la constelación del Auriga es un pastor amable que en una mano tiene una fusta y con la otra sostiene a una cabrilla y acaricia a dos pequeños cabritillos. La cabra, sobre la que se posa la estrella Capella (Cabra), según las representaciones, mira hacia atrás o por encima del hombro del pastor, horrorizada del espectáculo que parece estar viendo. Este lo conforman la constelación de Perseo (que significa el que abre camino), guerrero inmortal por las alas de sus pies, que acaba de cortar la cabeza de un terrible monstruo, cuya estrella principal en su cabeza denominada Rosh-Satan le identifica certeramente pues su significado es el adversario.
Un poco más allá, la constelación de Tauro, dibuja la parte delantera de un fortísimo minotauro, que parece surgir de la mansa constelación de Aries (el Cordero), en actitud de embestir con sus dos grandes cuernos configurados por las estrellas Aldebarán (gobernador), Elnath (el degollado) y Pleiades (la reunión para el Juicio), cuyo significado habla de haber llegado el momento de exigir cuentas a las naciones. A otro lado, en el hemisferio Sur, la constelación de Eridanus, un río de fuego que surge de un pié de Orión (el cazador), se dirige abrasador inicialmente hacia la constelación de la Ballena (la bestia del mar), tuerce luego en la estrella Cursa (meandro) hacia la constelación de Lepus (El Conejo o anteriormente la Serpiente) y finaliza hacia el Polo Sur en la estrella Achernar (el final del río). Todo ello recuerda a lo que asegura San Pedro que los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos, porque verdaderos y justos son sus juicios, pues ha juzgado a la gran ramera, que corrompía la tierra con su fornicación, y en ella ha vengado la sangre de sus siervos.
Tras la purificación por el fuego del río de la ira, otras constelaciones en la esfera celeste profetizan sus consecuencias en la historia posterior. Cáncer (el Cangrejo) habla de la transformación corporal de la primera resurrección, con la metáfora del animal que necesita abandonar su antiguo caparazón para crecer y llegar a adulto. Géminis (los Gemelos) con su figura que une dos personas en una naturaleza en contrapunto al Centauro y Sagitario de dos naturalezas en una persona que vino a redimir al hombre, para que el hombre finalmente se uniera íntimamente a Dios.
En resumen, las 48 constelaciones antiguas describen a través del significado de sus figuras, disposición espacial y nombres de las estrellas que las componen, el Plan Redentor divino en tres grandes libros, cada uno de los cuales contiene 4 capítulos de 4 páginas (o constelaciones) cada capítulo. Aproximadamente, el primer libro se centra en el Redentor, el segundo en el pueblo redimido y el tercero en el Reino establecido en la Tierra por el Redentor. Cada noche a lo largo del año, los hombres que aún no conocían la escritura podían recordar las promesas de Redención a través de las figuras que Dios estableció en la bóveda celeste y en los nombres de cada una de sus estrellas.
Más adelante, con la llegada y uso de la escritura, Dios estableció la segunda vía de transmitir el Plan divino de la Redención, al hilo del devenir de los acontecimientos históricos del Pueblo elegido. Una de las propiedades comunes a ambas vías de la única Revelación es la inmovilidad de su mensaje. En las estrellas, es evidente que nadie puede cambiar su posición. En el texto original de la Sagrada Escritura, los hebreos siempre tuvieron a gala conservarlo sin variaciones, hasta el punto que hoy se conoce la existencia de “marcas de agua” que lo aseguran, pues cada N letras se forman palabras como Torah o Yahweh que descubrirían enseguida cualquier alteración.
Esta Revelación la conocieron inicialmente los patriarcas antiguos y con Noé pasó a la época posterior al diluvio. Cuando los hombres volvieron a multiplicarse, en algunos lugares el diablo tergiversó aquel conocimiento en lo que hoy conocemos como horóscopo, de forma que Dios prohibió utilizar las estrellas como modo de adivinación y por entonces estableció la vía escrita de la Revelación. Por todo ello, aunque ambos conocimientos se basan en la Astronomía, el conocimiento sagrado es anterior, mientras que la Astrología es una perversión diabólica posterior creada sobre una verdad existente previa. Por tanto, la Astrología es a la Astronomía Sagrada lo mismo que la herejía a la recta doctrina. En consecuencia, Dios bendice una mientras que condena la otra. Así, por ejemplo, Jesucristo no tiene reparo en tener una estrella de referencia para los Magos o decir en el Apocalipsis que es la estrella brillante de la mañana.
La historia de los Reyes Magos es prueba de que la revelación divina original, a pesar de ser menos difundida que su versión diabólica u horóscopo, también pervivió, y como decía el Salmo 19, el mensaje se transmitió de noche en noche sin necesidad de una voz. De hecho, no sólo los Reyes Magos fueron portadores de este conocimiento positivo divino en las estrellas sino que el profeta Daniel, por su sabiduría llegó a ser nombrado por Nabucodonosor jefe de los magos en Babilonia, y profetizó que vendrá un tiempo tal, cual nunca se ha visto desde que comenzaron a existir las naciones hasta aquel día en que los sabios brillarán con el esplendor del firmamento, y los que enseñaron la justicia a muchos resplandecerán por siempre, eternamente, como las estrellas.
No es aquí el lugar para hacer una monografía detallada de la Astronomía Sagrada, pero desde los conocimientos desarrollados en los escritos de los investigadores citados, podemos entender que la comprensión de la doble naturaleza divina y humana que tenían los Reyes Magos sobre aquel Niño procedía de las figuras de Centauro y Sagitario, que muestran esa doble naturaleza en forma de hombre-caballo. Sabían de su concepción y parto virginal a través del significado de las constelaciones de Virgo y Coma. Conocían su lucha y sufrimientos redentores porque están descritos en las constelaciones de Hércules, Ofiuco, Víctima (Lupus) y la Cruz del Sur (Crux). Estaban al corriente de su victoria sobre el enemigo por Orión, de su resurrección por Perseo y el Águila y de su realeza definitiva por Cefeo y Leo. Las peripecias de los seguidores del Redentor las vieron descritas en Piscis, Andrómeda y Cassiopea. Entendieron las tribulaciones de los últimos tiempos por las constelaciones de Eridanus y Tauro, al tiempo que la constelación del Auriga les mostraba la protección paternal de Dios a los suyos en esos momentos difíciles. Finalmente conocían su última época victoriosa en la Tierra por Géminis y Cáncer. Y estos son sólo unos pocos detalles de la historia de la Salvación de los muchos que sabían porque Dios los había escrito en las estrellas.
Como ejemplo, veamos con más detalle alguna de estas constelaciones y sus estrellas para entender cómo enseña la Astronomía Sagrada y paralelismos simbólicos semejantes que utiliza la Sagrada Escritura para los mismos temas. Comenzaremos por la constelación de Ofiuco o Serpentarius y aquellas con las que se relaciona espacialmente en la bóveda celeste. La figura de la constelación representa a un hombre con aspecto bondadoso y sabio que lucha con una gigantesca serpiente (Serpens) para evitar que ésta alcance la corona (Corona Boreal) que no le corresponde. Con su pie delantero pisa el cuerpo de un escorpión (Scorpio) que a su vez levanta su cola lista para clavarle el aguijón con su veneno en el pie que tiene más retrasado. Ofiuco, o Serpentarius en latín, significa “el que sujeta a la serpiente”. El nombre de su principal estrella situada en su cabeza es Ras-al-Hagus que significa “la cabeza de quien la agarra”. La estrella principal de la constelación Serpens cercana a su cabeza se llama Unukalhai que significa “El cuello (o corazón) de la serpiente”. La estrella más brillante de Scorpio, en su corazón, se llama Antares que significa “el que hiere”. En su cola la estrella Lesath que se traduce por “aguijón”.
La escena habla de la pelea ancestral del Diablo por dominar al hombre. Primariamente representa a Jesucristo como Redentor y por extensión a cada hombre en su lucha personal contra el tentador. Jesucristo, cabeza del linaje de la Mujer, representado en Ofiocu pelea con la serpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y le aplastará la cabeza, mientras que el enemigo le acecharás a él, el calcañal. El Apocalipsis replica esa figura de la lucha de cada hombre con el diablo durante los últimos tiempos al describir unas langostas que tenían colas semejantes a los escorpiones, y aguijones, y en sus colas residía su poder de dañar a los hombres por cinco meses. La pelea se establece con la ayuda de Dios porque Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones. El hombre, con la gracia, puede responder pisándole la cabeza y no perdiendo su premio.
Otra interesante iconografía celeste, ligada al momento histórico de los últimos tiempos, es la que muestra la constelación del Auriga y las figuras que le rodean: Perseo, Tauro (Toro), Orión, Eridanus (Río de la ira), Cetus (Ballena) y Lepus (Conejo). En su conjunto narran la misma historia que la segunda parte del Apocalipsis, desde la perspectiva del Buen Pastor que, al tiempo que protege a sus ovejas, ejecuta por el fuego la purificación del pecado que domina en la tierra. La figura que representa la constelación del Auriga es un pastor amable que en una mano tiene una fusta y con la otra sostiene a una cabrilla y acaricia a dos pequeños cabritillos. La cabra, sobre la que se posa la estrella Capella (Cabra), según las representaciones, mira hacia atrás o por encima del hombro del pastor, horrorizada del espectáculo que parece estar viendo. Este lo conforman la constelación de Perseo (que significa el que abre camino), guerrero inmortal por las alas de sus pies, que acaba de cortar la cabeza de un terrible monstruo, cuya estrella principal en su cabeza denominada Rosh-Satan le identifica certeramente pues su significado es el adversario.
Un poco más allá, la constelación de Tauro, dibuja la parte delantera de un fortísimo minotauro, que parece surgir de la mansa constelación de Aries (el Cordero), en actitud de embestir con sus dos grandes cuernos configurados por las estrellas Aldebarán (gobernador), Elnath (el degollado) y Pleiades (la reunión para el Juicio), cuyo significado habla de haber llegado el momento de exigir cuentas a las naciones. A otro lado, en el hemisferio Sur, la constelación de Eridanus, un río de fuego que surge de un pié de Orión (el cazador), se dirige abrasador inicialmente hacia la constelación de la Ballena (la bestia del mar), tuerce luego en la estrella Cursa (meandro) hacia la constelación de Lepus (El Conejo o anteriormente la Serpiente) y finaliza hacia el Polo Sur en la estrella Achernar (el final del río). Todo ello recuerda a lo que asegura San Pedro que los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos, porque verdaderos y justos son sus juicios, pues ha juzgado a la gran ramera, que corrompía la tierra con su fornicación, y en ella ha vengado la sangre de sus siervos.
Tras la purificación por el fuego del río de la ira, otras constelaciones en la esfera celeste profetizan sus consecuencias en la historia posterior. Cáncer (el Cangrejo) habla de la transformación corporal de la primera resurrección, con la metáfora del animal que necesita abandonar su antiguo caparazón para crecer y llegar a adulto. Géminis (los Gemelos) con su figura que une dos personas en una naturaleza en contrapunto al Centauro y Sagitario de dos naturalezas en una persona que vino a redimir al hombre, para que el hombre finalmente se uniera íntimamente a Dios.
En resumen, las 48 constelaciones antiguas describen a través del significado de sus figuras, disposición espacial y nombres de las estrellas que las componen, el Plan Redentor divino en tres grandes libros, cada uno de los cuales contiene 4 capítulos de 4 páginas (o constelaciones) cada capítulo. Aproximadamente, el primer libro se centra en el Redentor, el segundo en el pueblo redimido y el tercero en el Reino establecido en la Tierra por el Redentor. Cada noche a lo largo del año, los hombres que aún no conocían la escritura podían recordar las promesas de Redención a través de las figuras que Dios estableció en la bóveda celeste y en los nombres de cada una de sus estrellas.
Más adelante, con la llegada y uso de la escritura, Dios estableció la segunda vía de transmitir el Plan divino de la Redención, al hilo del devenir de los acontecimientos históricos del Pueblo elegido. Una de las propiedades comunes a ambas vías de la única Revelación es la inmovilidad de su mensaje. En las estrellas, es evidente que nadie puede cambiar su posición. En el texto original de la Sagrada Escritura, los hebreos siempre tuvieron a gala conservarlo sin variaciones, hasta el punto que hoy se conoce la existencia de “marcas de agua” que lo aseguran, pues cada N letras se forman palabras como Torah o Yahweh que descubrirían enseguida cualquier alteración.
SIGAA- COMPAÑERO DESTACADO
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Fecha de nacimiento : 16/10/1944
Fecha de inscripción : 17/03/2013
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El Apocalipsis Católico inicia en 2016
3. La estrella de Belén.
Y así llegamos al hecho histórico de los reyes Magos o sabios de Oriente. Comprobada
la existencia de un mensaje divino en las estrellas queda resolver una pregunta. Si las estrellas se mantienen invariables en sus posiciones por miles de años, ¿cómo es posible conocer mediante ellas un hecho aislado, no recurrente y de calendario inesperado, como era la primera y, más adelante será, la segunda venida del Salvador al mundo?
Los únicos elementos variables luminosos que pueden aparecer sobre el fondo fijo
estelar son el Sol, la Luna, los planetas y, por último, los cometas y novas. El Sol y la Luna son visibles a diario en posiciones fácilmente predecibles, que describen un giro completo en la esfera celeste a lo largo de un año y de 29 días. Los planetas también se mueven en la estrecha franja alrededor de la línea de la eclíptica, en las que están las 12 constelaciones principales del zodiaco. Su movimiento sigue el sentido habitual del Sol, aunque más lentamente,realizando ciertos movimientos retrógrados cada año, que es difícil predecir sin un modelo heliocéntrico del sistema solar. Por último, la trayectoria sobre el fondo celeste de los cometas y las novas no tiene lugar ni momento de aparición predecible, aunque afortunadamente estos fenómenos son solo una pequeña fracción de los anteriores.
En estas circunstancias los planetas son el tipo de objeto celeste o “estrella” que
tienen las mayores posibilidades a la hora de determinar cuál fue la señal que observaron los Magos, ya que la característica que define a los Magos según el Evangelio era ser sabios. Las novas o los cometas se deben desechar en mi opinión por ser fenómenos de aparición aleatoria, sin orden ni reglas, es decir sin posibilidad de aplicar una sabiduría para situarlos. Por el contrario, los planetas, tienen una regularidad que requiere de sabiduría para predecir su posición. A simple vista sólo se pueden ver 5 planetas, y estos a su vez tenían un significado simbólico en la Astronomía Sagrada, derivado de su tamaño y color.
Entre los cientos de hipótesis que se han realizado sobre el fenómeno de la estrella de
Belén, muchas de ellas imposibles astronómicamente, y entre las que Benedicto XVI en su libro “La Infancia de Jesús” incluye la posibilidad de una nova unida a una triple conjunción de Júpiter y Saturno ocurrida entre el 30 de Mayo y el 7 de Diciembre del año 7 antes de JC., la que adquiere mayor consistencia, analizada frente a nueve circunstancias que establece el Evangelio de San Mateo, es la que describen en parte los estudios expuestos en The Star of Bethlehem. Allí se explica la conjunción triple de la estrella Regulus (el pequeño rey) en la constelación de Leo (el Rey) y el planeta Júpiter (El Mesías Rey) que ocurrió a lo largo de los años 3 y 2 antes de JC. Desde la tierra, haciendo observaciones regulares a la misma hora solar, la traza del planeta Júpiter sobre 83 años, con separación de 12 y 71 años. En algunos siglos, esta repetición incluye un periodo adicional de 12 años. Esto quiere decir que en los años 15 y 14 antes de JC también ocurrió el triple fenómeno anterior
A lo largo de la historia, esta conjunción triple tiene una cadencia de repetición de dos
veces cada 83 años, con separación de 12 y 71 años. En algunos siglos, esta repetición incluye un periodo adicional de 12 años. Esto quiere decir que en los años 15 y 14 antes de JC también ocurrió el triple fenómeno anterior de la estrella Regulus (el pequeño rey) en la constelación de Leo (el Rey) y el planeta Júpiter (El Mesías Rey) que ocurrió a lo largo de los años 3 y 2 antes de JC. Desde la tierra, haciendo observaciones regulares a la misma hora solar, la traza del planeta Júpiter sobre el fondo estrellado siguió día a día la traza que se muestra en la figura, coincidiendo a simple vista Júpiter y Regulus tres veces, los días 14 de septiembre del año 3 antes de JC y 16 de febrero y 9 de mayo del año 2 antes de Jesucristo. Esto simbólicamente quería decir para ellos tres veces seguidas en muy poco tiempo algo así como: viene el Mesías (Júpiter) al pequeño Rey (Regulus) del Rey del Cielo (Leo).
Sin duda los Reyes Magos observaron el fenómeno en esos años y sin embargo, no salieron entonces en búsqueda del Hombre-Dios. Por tanto, la señal incluye algún otro elemento adicional hasta aquí no considerado. Según mis indagaciones ese elemento debió ser el hecho de que la triple conjunción Júpiter-Regulus estuvo precedida en aquella ocasión por una conjunción Júpiter-Venus como estrella de la mañana y seguida de otra doble Júpiter-Venus que alterna como estrella de la tarde y finalmente estrella de la mañana. De este modo la señal completa del Nacimiento de nuestro Señor supone 6 conjunciones de Júpiter en el breve espacio de 427 días, tres con Venus y tres con Regulus. El triple signo Júpiter-Regulus queda embebido en un triple signo Júpiter-
Venus. La cadencia de repetición de esta señal de 6 conjunciones significativas de Júpiter es de 4 veces cada 2147 años, con intervalos regulares de 510-510-510-617 años.
Venus en la astronomía Sagrada hace referencia tanto a la Madre del Mesías, stella matutina en nuestras letanías del Rosario, como al Mesías, que es Luz de la Verdad que ilumina al mundo. En el Apocalipsis Nuestro Señor dice de sí mismo: Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella radiante de la mañana. Por tanto, el sentido profundo de las seis conjunciones señala fuertemente a la unión Madre-Hijo que supuso el nacimiento, la primera venida al mundo del Mesías. Desde la creación del hombre, esta era la octava vez que sucedía aquella señal en las estrellas. Ocho es el número del Mesías en la Sagrada Escritura, que resucitó en el primer día de la semana, el primer día tras la obra de la Creación.
Cualquier conjunción planeta-estrella produce un incremento de luminosidad importante para el ojo experto, pero poco resaltable para el inexperto. Esto explicaría el ambiente de indiferencia que encontraron los Magos en Judea. La señal, como tantas otras del Cielo, era sólo detectable para los que la habían buscado y esperado. Con ella bastó para ir a Jerusalén pero no como a veces se piensa, guiados por la posición de un astro especial. El Evangelio de San Mateo nada dice que en el camino de sus lugares de origen hasta Jerusalén les guiara una estrella y menos que esta se moviera en el fondo estrellado contra las reglas de la Astronomía, por las que cada 24 horas todas dan una vuelta completa sobre nuestras cabezas.
Lo que sí dice el Evangelio es que desde Jerusalén a Belén la estrella iba delante de ellos. Esto se explica porque la posición de Júpiter tras la triple conjunción anterior, continuó su camino hacia la constelación de Virgo. Una vez allí, Júpiter tuvo su siguiente movimiento retrógrado anual. La parada aparente en el cambio de sentido del astro que dura 4-5 días, comenzó el 25 de diciembre del año 2 antes de JC. Al mirar el astro desde Jerusalén a la hora habitual de medir, poco antes del amanecer, Júpiter se sitúa exactamente, en la dirección de Belén. Esa fecha es entonces la de posible llegada de los Magos a Belén, que encaja con los últimos datos sobre la muerte de Herodes el año 1 antes de JC y la muerte de JC en abril del año 33 a la edad de 33 años cumplidos. Asimismo, coincide con las fechas en que Ana Catalina Emmerick tuvo sus visiones en 1821 sobre el viaje de los Reyes Magos y su llegada al portal.
Continuará:
4.- Señales astronómicas de los Ultimos Tiempos.
4.1. Señales en el Sol y la Luna
Y así llegamos al hecho histórico de los reyes Magos o sabios de Oriente. Comprobada
la existencia de un mensaje divino en las estrellas queda resolver una pregunta. Si las estrellas se mantienen invariables en sus posiciones por miles de años, ¿cómo es posible conocer mediante ellas un hecho aislado, no recurrente y de calendario inesperado, como era la primera y, más adelante será, la segunda venida del Salvador al mundo?
Los únicos elementos variables luminosos que pueden aparecer sobre el fondo fijo
estelar son el Sol, la Luna, los planetas y, por último, los cometas y novas. El Sol y la Luna son visibles a diario en posiciones fácilmente predecibles, que describen un giro completo en la esfera celeste a lo largo de un año y de 29 días. Los planetas también se mueven en la estrecha franja alrededor de la línea de la eclíptica, en las que están las 12 constelaciones principales del zodiaco. Su movimiento sigue el sentido habitual del Sol, aunque más lentamente,realizando ciertos movimientos retrógrados cada año, que es difícil predecir sin un modelo heliocéntrico del sistema solar. Por último, la trayectoria sobre el fondo celeste de los cometas y las novas no tiene lugar ni momento de aparición predecible, aunque afortunadamente estos fenómenos son solo una pequeña fracción de los anteriores.
En estas circunstancias los planetas son el tipo de objeto celeste o “estrella” que
tienen las mayores posibilidades a la hora de determinar cuál fue la señal que observaron los Magos, ya que la característica que define a los Magos según el Evangelio era ser sabios. Las novas o los cometas se deben desechar en mi opinión por ser fenómenos de aparición aleatoria, sin orden ni reglas, es decir sin posibilidad de aplicar una sabiduría para situarlos. Por el contrario, los planetas, tienen una regularidad que requiere de sabiduría para predecir su posición. A simple vista sólo se pueden ver 5 planetas, y estos a su vez tenían un significado simbólico en la Astronomía Sagrada, derivado de su tamaño y color.
Entre los cientos de hipótesis que se han realizado sobre el fenómeno de la estrella de
Belén, muchas de ellas imposibles astronómicamente, y entre las que Benedicto XVI en su libro “La Infancia de Jesús” incluye la posibilidad de una nova unida a una triple conjunción de Júpiter y Saturno ocurrida entre el 30 de Mayo y el 7 de Diciembre del año 7 antes de JC., la que adquiere mayor consistencia, analizada frente a nueve circunstancias que establece el Evangelio de San Mateo, es la que describen en parte los estudios expuestos en The Star of Bethlehem. Allí se explica la conjunción triple de la estrella Regulus (el pequeño rey) en la constelación de Leo (el Rey) y el planeta Júpiter (El Mesías Rey) que ocurrió a lo largo de los años 3 y 2 antes de JC. Desde la tierra, haciendo observaciones regulares a la misma hora solar, la traza del planeta Júpiter sobre 83 años, con separación de 12 y 71 años. En algunos siglos, esta repetición incluye un periodo adicional de 12 años. Esto quiere decir que en los años 15 y 14 antes de JC también ocurrió el triple fenómeno anterior
A lo largo de la historia, esta conjunción triple tiene una cadencia de repetición de dos
veces cada 83 años, con separación de 12 y 71 años. En algunos siglos, esta repetición incluye un periodo adicional de 12 años. Esto quiere decir que en los años 15 y 14 antes de JC también ocurrió el triple fenómeno anterior de la estrella Regulus (el pequeño rey) en la constelación de Leo (el Rey) y el planeta Júpiter (El Mesías Rey) que ocurrió a lo largo de los años 3 y 2 antes de JC. Desde la tierra, haciendo observaciones regulares a la misma hora solar, la traza del planeta Júpiter sobre el fondo estrellado siguió día a día la traza que se muestra en la figura, coincidiendo a simple vista Júpiter y Regulus tres veces, los días 14 de septiembre del año 3 antes de JC y 16 de febrero y 9 de mayo del año 2 antes de Jesucristo. Esto simbólicamente quería decir para ellos tres veces seguidas en muy poco tiempo algo así como: viene el Mesías (Júpiter) al pequeño Rey (Regulus) del Rey del Cielo (Leo).
Sin duda los Reyes Magos observaron el fenómeno en esos años y sin embargo, no salieron entonces en búsqueda del Hombre-Dios. Por tanto, la señal incluye algún otro elemento adicional hasta aquí no considerado. Según mis indagaciones ese elemento debió ser el hecho de que la triple conjunción Júpiter-Regulus estuvo precedida en aquella ocasión por una conjunción Júpiter-Venus como estrella de la mañana y seguida de otra doble Júpiter-Venus que alterna como estrella de la tarde y finalmente estrella de la mañana. De este modo la señal completa del Nacimiento de nuestro Señor supone 6 conjunciones de Júpiter en el breve espacio de 427 días, tres con Venus y tres con Regulus. El triple signo Júpiter-Regulus queda embebido en un triple signo Júpiter-
Venus. La cadencia de repetición de esta señal de 6 conjunciones significativas de Júpiter es de 4 veces cada 2147 años, con intervalos regulares de 510-510-510-617 años.
Venus en la astronomía Sagrada hace referencia tanto a la Madre del Mesías, stella matutina en nuestras letanías del Rosario, como al Mesías, que es Luz de la Verdad que ilumina al mundo. En el Apocalipsis Nuestro Señor dice de sí mismo: Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella radiante de la mañana. Por tanto, el sentido profundo de las seis conjunciones señala fuertemente a la unión Madre-Hijo que supuso el nacimiento, la primera venida al mundo del Mesías. Desde la creación del hombre, esta era la octava vez que sucedía aquella señal en las estrellas. Ocho es el número del Mesías en la Sagrada Escritura, que resucitó en el primer día de la semana, el primer día tras la obra de la Creación.
Cualquier conjunción planeta-estrella produce un incremento de luminosidad importante para el ojo experto, pero poco resaltable para el inexperto. Esto explicaría el ambiente de indiferencia que encontraron los Magos en Judea. La señal, como tantas otras del Cielo, era sólo detectable para los que la habían buscado y esperado. Con ella bastó para ir a Jerusalén pero no como a veces se piensa, guiados por la posición de un astro especial. El Evangelio de San Mateo nada dice que en el camino de sus lugares de origen hasta Jerusalén les guiara una estrella y menos que esta se moviera en el fondo estrellado contra las reglas de la Astronomía, por las que cada 24 horas todas dan una vuelta completa sobre nuestras cabezas.
Lo que sí dice el Evangelio es que desde Jerusalén a Belén la estrella iba delante de ellos. Esto se explica porque la posición de Júpiter tras la triple conjunción anterior, continuó su camino hacia la constelación de Virgo. Una vez allí, Júpiter tuvo su siguiente movimiento retrógrado anual. La parada aparente en el cambio de sentido del astro que dura 4-5 días, comenzó el 25 de diciembre del año 2 antes de JC. Al mirar el astro desde Jerusalén a la hora habitual de medir, poco antes del amanecer, Júpiter se sitúa exactamente, en la dirección de Belén. Esa fecha es entonces la de posible llegada de los Magos a Belén, que encaja con los últimos datos sobre la muerte de Herodes el año 1 antes de JC y la muerte de JC en abril del año 33 a la edad de 33 años cumplidos. Asimismo, coincide con las fechas en que Ana Catalina Emmerick tuvo sus visiones en 1821 sobre el viaje de los Reyes Magos y su llegada al portal.
Continuará:
4.- Señales astronómicas de los Ultimos Tiempos.
4.1. Señales en el Sol y la Luna
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Re: El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Muy bueno como siempre Gerardo. Abrazo desde Argentina!SIGAA escribió:3. La estrella de Belén.
Y así llegamos al hecho histórico de los reyes Magos o sabios de Oriente. Comprobada
la existencia de un mensaje divino en las estrellas queda resolver una pregunta. Si las estrellas se mantienen invariables en sus posiciones por miles de años, ¿cómo es posible conocer mediante ellas un hecho aislado, no recurrente y de calendario inesperado, como era la primera y, más adelante será, la segunda venida del Salvador al mundo?
Los únicos elementos variables luminosos que pueden aparecer sobre el fondo fijo
estelar son el Sol, la Luna, los planetas y, por último, los cometas y novas. El Sol y la Luna son visibles a diario en posiciones fácilmente predecibles, que describen un giro completo en la esfera celeste a lo largo de un año y de 29 días. Los planetas también se mueven en la estrecha franja alrededor de la línea de la eclíptica, en las que están las 12 constelaciones principales del zodiaco. Su movimiento sigue el sentido habitual del Sol, aunque más lentamente,realizando ciertos movimientos retrógrados cada año, que es difícil predecir sin un modelo heliocéntrico del sistema solar. Por último, la trayectoria sobre el fondo celeste de los cometas y las novas no tiene lugar ni momento de aparición predecible, aunque afortunadamente estos fenómenos son solo una pequeña fracción de los anteriores.
En estas circunstancias los planetas son el tipo de objeto celeste o “estrella” que
tienen las mayores posibilidades a la hora de determinar cuál fue la señal que observaron los Magos, ya que la característica que define a los Magos según el Evangelio era ser sabios. Las novas o los cometas se deben desechar en mi opinión por ser fenómenos de aparición aleatoria, sin orden ni reglas, es decir sin posibilidad de aplicar una sabiduría para situarlos. Por el contrario, los planetas, tienen una regularidad que requiere de sabiduría para predecir su posición. A simple vista sólo se pueden ver 5 planetas, y estos a su vez tenían un significado simbólico en la Astronomía Sagrada, derivado de su tamaño y color.
Entre los cientos de hipótesis que se han realizado sobre el fenómeno de la estrella de
Belén, muchas de ellas imposibles astronómicamente, y entre las que Benedicto XVI en su libro “La Infancia de Jesús” incluye la posibilidad de una nova unida a una triple conjunción de Júpiter y Saturno ocurrida entre el 30 de Mayo y el 7 de Diciembre del año 7 antes de JC., la que adquiere mayor consistencia, analizada frente a nueve circunstancias que establece el Evangelio de San Mateo, es la que describen en parte los estudios expuestos en The Star of Bethlehem. Allí se explica la conjunción triple de la estrella Regulus (el pequeño rey) en la constelación de Leo (el Rey) y el planeta Júpiter (El Mesías Rey) que ocurrió a lo largo de los años 3 y 2 antes de JC. Desde la tierra, haciendo observaciones regulares a la misma hora solar, la traza del planeta Júpiter sobre 83 años, con separación de 12 y 71 años. En algunos siglos, esta repetición incluye un periodo adicional de 12 años. Esto quiere decir que en los años 15 y 14 antes de JC también ocurrió el triple fenómeno anterior
A lo largo de la historia, esta conjunción triple tiene una cadencia de repetición de dos
veces cada 83 años, con separación de 12 y 71 años. En algunos siglos, esta repetición incluye un periodo adicional de 12 años. Esto quiere decir que en los años 15 y 14 antes de JC también ocurrió el triple fenómeno anterior de la estrella Regulus (el pequeño rey) en la constelación de Leo (el Rey) y el planeta Júpiter (El Mesías Rey) que ocurrió a lo largo de los años 3 y 2 antes de JC. Desde la tierra, haciendo observaciones regulares a la misma hora solar, la traza del planeta Júpiter sobre el fondo estrellado siguió día a día la traza que se muestra en la figura, coincidiendo a simple vista Júpiter y Regulus tres veces, los días 14 de septiembre del año 3 antes de JC y 16 de febrero y 9 de mayo del año 2 antes de Jesucristo. Esto simbólicamente quería decir para ellos tres veces seguidas en muy poco tiempo algo así como: viene el Mesías (Júpiter) al pequeño Rey (Regulus) del Rey del Cielo (Leo).
Sin duda los Reyes Magos observaron el fenómeno en esos años y sin embargo, no salieron entonces en búsqueda del Hombre-Dios. Por tanto, la señal incluye algún otro elemento adicional hasta aquí no considerado. Según mis indagaciones ese elemento debió ser el hecho de que la triple conjunción Júpiter-Regulus estuvo precedida en aquella ocasión por una conjunción Júpiter-Venus como estrella de la mañana y seguida de otra doble Júpiter-Venus que alterna como estrella de la tarde y finalmente estrella de la mañana. De este modo la señal completa del Nacimiento de nuestro Señor supone 6 conjunciones de Júpiter en el breve espacio de 427 días, tres con Venus y tres con Regulus. El triple signo Júpiter-Regulus queda embebido en un triple signo Júpiter-
Venus. La cadencia de repetición de esta señal de 6 conjunciones significativas de Júpiter es de 4 veces cada 2147 años, con intervalos regulares de 510-510-510-617 años.
Venus en la astronomía Sagrada hace referencia tanto a la Madre del Mesías, stella matutina en nuestras letanías del Rosario, como al Mesías, que es Luz de la Verdad que ilumina al mundo. En el Apocalipsis Nuestro Señor dice de sí mismo: Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella radiante de la mañana. Por tanto, el sentido profundo de las seis conjunciones señala fuertemente a la unión Madre-Hijo que supuso el nacimiento, la primera venida al mundo del Mesías. Desde la creación del hombre, esta era la octava vez que sucedía aquella señal en las estrellas. Ocho es el número del Mesías en la Sagrada Escritura, que resucitó en el primer día de la semana, el primer día tras la obra de la Creación.
Cualquier conjunción planeta-estrella produce un incremento de luminosidad importante para el ojo experto, pero poco resaltable para el inexperto. Esto explicaría el ambiente de indiferencia que encontraron los Magos en Judea. La señal, como tantas otras del Cielo, era sólo detectable para los que la habían buscado y esperado. Con ella bastó para ir a Jerusalén pero no como a veces se piensa, guiados por la posición de un astro especial. El Evangelio de San Mateo nada dice que en el camino de sus lugares de origen hasta Jerusalén les guiara una estrella y menos que esta se moviera en el fondo estrellado contra las reglas de la Astronomía, por las que cada 24 horas todas dan una vuelta completa sobre nuestras cabezas.
Lo que sí dice el Evangelio es que desde Jerusalén a Belén la estrella iba delante de ellos. Esto se explica porque la posición de Júpiter tras la triple conjunción anterior, continuó su camino hacia la constelación de Virgo. Una vez allí, Júpiter tuvo su siguiente movimiento retrógrado anual. La parada aparente en el cambio de sentido del astro que dura 4-5 días, comenzó el 25 de diciembre del año 2 antes de JC. Al mirar el astro desde Jerusalén a la hora habitual de medir, poco antes del amanecer, Júpiter se sitúa exactamente, en la dirección de Belén. Esa fecha es entonces la de posible llegada de los Magos a Belén, que encaja con los últimos datos sobre la muerte de Herodes el año 1 antes de JC y la muerte de JC en abril del año 33 a la edad de 33 años cumplidos. Asimismo, coincide con las fechas en que Ana Catalina Emmerick tuvo sus visiones en 1821 sobre el viaje de los Reyes Magos y su llegada al portal.
Continuará:
4.- Señales astronómicas de los Ultimos Tiempos.
4.1. Señales en el Sol y la Luna
Augusto- Administrador
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Re: El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Cierto SIGAA, como dice Augusto es cada vez mas interesante... gracias!!!
Invitado- Invitado
El Apocalipsis Católico inicia en 2016
4.- Señales astronómicas de los Ultimos Tiempos.
4.1. Señales en el Sol y la Luna
A partir de esta pauta de hallazgos, se puede establecer una sistemática vigilancia amorosa sobre posibles señales celestiales que apunten a la próxima Venida de Nuestro Señor. El mismo Señor anunció que poco antes de su Venida habría signos en el sol, la luna y las estrellas lo que se podría considerar como una invitación a dirigir la mirada al cielo como los Reyes Magos, cuando ya otras señales indiquen la cercanía de los tiempos de su llegada. Como dijimos, hoy los programas informáticos son la herramienta que suple la dificultad de las observaciones directas. Pero ¿por dónde empezar nuestra búsqueda? ¿Qué fenómenos especiales del próximo futuro debemos buscar?
Existen estudios sobre sucesos astronómicos singulares de esta década, que se interpretan como posibles signos anunciadores de la próxima Venida del Mesías. Una de estas circunstancias singulares es la serie de 4 eclipses lunares seguidos separados por 6 meses, denominados Tétradas, que coinciden con las fiestas judías de Pascua y Tabernáculos en los años 2014 y 2015. Los eclipses se verán alternativamente en Virgo y en Piscis (la Iglesia). Los dos primeros eclipses lunares van seguidos de un eclipse solar a los 15 días, y los dos últimos van precedidos de otro eclipse solar 15 días antes. La Tétrada es un fenómeno que se da con frecuencias variables entre 11 y 20 años. Sin embargo, Tétradas coincidentes con las fiestas judías mosaicas inicial y final son muy escasos. Ésta será sólo la 8ª vez que ocurre desde los tiempos de Jesucristo y no volverá a darse antes de 500 años. Lo más significativo es que las Tétradas que han coincidido con fiestas mosaicas siempre han estado ligadas a sucesos importantes en la historia de los judíos. Así por ejemplo las tres ocasiones anteriores fueron en los años 1493-1494 fechas de su expulsión de España (Sefarad), 1949-50 fecha del reconocimiento del estado de Israel por la ONU tras su fundación en 1948 y, por último 1967-1968 fecha de la última conquista de Jerusalén por tropas judías.
4.2. La Señal de la Mujer del Apocalipsis.
Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. Muy probablemente esta Tétrada es una de las señales que anunciaba nuestro Señor a los apóstoles que se darían en los últimos tiempos. No obstante, sin quitar importancia como posible señal a los fenómenos lunares y eclipses solares de esta década, pienso que el patrón de los Reyes Magos nos lleva a poner el centro del interés preferentemente en las “estrellas” Júpiter y Venus, porque ahí fue donde ellos encontraron la señal definitiva sobre el cuándo y el dónde. La conjunción planeta-estrella supone un plus de iluminación en el cielo. Análogamente, en el estudio de la Revelación escrita se da un incremento de luz para desentrañar su sentido profundo cuando al propio texto de la Sagrada Escritura se une información de las apariciones marianas. Por tanto, la pista que seguiré para empezar la búsqueda sobre señales en las estrellas los últimos tiempos será indagar en el mensaje de apariciones marianas que tengan relación directa o indirecta con estrellas.
En este sentido, el manto de la imagen de la Virgen de Guadalupe tiene 46 estrellas que el Instituto Astronómico de México identificó con estrellas reales del cielo de México coincidentes con en el momento de su aparición de 1531. A su vez, la propia imagen de la milagrosa tilma de Guadalupe sigue la descripción del Apocalipsis sobre una futura gran señal que apareció en el Cielo. ¿Por qué, entonces, no intentar leer un mensaje en esas 46 estrellas, como lo harían los Reyes Magos pero pensando ya en la segunda Venida de Nuestro Señor? Así mismo en las apariciones de San Sebastián de Garabandal, la Virgen profetizó un próximo gran Milagro, para convertir al mundo entero, que se verá en el cielo en las cercanías de la aldea cántabra. En nuestro libro "Garabandal, 50 años después", describo con detalle los datos que las niñas dieron a conocer sobre ese futuro hecho progresivamente, que será el mayor Milagro que Jesús ha hecho por el mundo después de su propia Resurrección. Allí concluyo que ese Milagro anunciado se ajusta también a la gran señal que apareció en el Cielo del Apocalipsis.
En realidad, basta mirar las imágenes de la Virgen de Guadalupe y de Garabandal, para darse cuenta que el mensaje de ambas está ligado como comienzo y final de una misma historia. Así en la imagen de la Tilma, la Virgen aparece con su cabeza casi cubierta por el manto, mientras que en Garabandal está descubierta, sin velo, como si allí se develara lo que cinco siglos antes todavía debía estar oculto. Así mismo en México la Virgen aparece encinta porque va a dar a luz, mientras que en Garabandal es la única de las grandes apariciones marianas en que la Virgen aparece teniendo al Niño en sus brazos. Por último, la corona de 12 estrellas del Apocalipsis, que San Juan ve en el Apocalipsis no aparece en la imagen milagrosa del Tepeyac, pero si se hace visible en la de Garabandal.
La gran señal de la Mujer que se verá en el Cielo es el punto central del Apocalipsis y uno de los momentos claves de los acontecimientos de los últimos tiempos que narra el libro sagrado porque está unido al menos a cinco hechos importantes:
• El nacimiento con dolor del hijo varón que había de regir a las naciones con cetro de hierro.
• El arrebatamiento del hijo varón a Dios (o rapto) y la vuelta a su trono en la Tierra donde debe gobernar a las naciones
• Una importante caída de estrellas (sacerdotes) a la tierra arrastradas por la cola del Dragón.
• Una gran batalla entre Miguel y sus ángeles y el Dragón y los suyos.
• El comienzo de una última persecución contra la descendencia de la Mujer: los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús, que es el espíritu de profecía
Por tanto, si estudiamos a la luz de la Sagrada Escritura los datos que en ambas apariciones se mencionan directa o indirectamente sobre la señal en el Cielo, quizás encontremos, siguiendo los movimientos regulares de las estrellas, el momento histórico en que ocurrirá la señal de la Mujer, como fenómeno estelar en los cielos.
En primer lugar, en la Virgen de Guadalupe el Dr. M. Rojas identificó las estrellas de su manto de acuerdo con las figuras de las constelaciones que indica la figura. Para ello debió darse cuenta de que en el manto de la Virgen hay una simetría más una proyección anamórfica que traslada al plano la esfera celeste como un mapa preciso. Sorprende especialmente que ese mapa tenga la constelación Cruz del Sur, pues el movimiento de precesión de la Tierra la había desplazado con los siglos hacia el Sur y, desde la latitud de México ya no era visible hacía más de 1500 años. Fueron los viajes de Vasco de Gama por la ruta del Cabo Buena Esperanza (1488-1524) los que redescubrieron la constelación. En 1531 era improbable que se conociera ese dato en México.
Durante el siglo XX, la tilma de Guadalupe ha sido una continua sucesión de descubrimientos, que no pudieron ser apreciados en épocas anteriores por falta de medios tecnológicos, que complementan perfectamente su mensaje original para los hombres de nuestro tiempo. Quizás el más conocido es el del realismo de sus ojos que muestra el reflejo de las figuras de los personajes presentes en el momento de su estampación, que confirma la historia narrada en el Nican Mopohua en idioma náhuatl desde 1548. En nuestro caso, el descubrimiento de las estrellas citado me ha permitido realizar el esquema de la figura anterior aprovechando el fondo celeste de constelaciones que calcula el programa Starry Night 6.0 para la ciudad de México, el 9 de diciembre de 1531 hacia las 6:00 de la mañana. En azul he dibujado el contorno aproximado del manto de la Virgen tal como se proyectaría según las estrellas que identifico el P. Torres.
Este gráfico ayuda a comprender que la relación entre la Tilma de Guadalupe y las antiguas constelaciones tiene detrás una profunda enseñanza cuando se observa con los ojos de la sabiduría olvidada de los Reyes Magos y que sin duda la Virgen quería darnos. Así, toda la imagen converge y se centra en la estrella Regulus (pequeño Rey) en el vientre de la Virgen, la misma que sirvió de señal para los Reyes Magos en la primera Venida en su triple conjunción con Júpiter. En la Tilma este punto coincide con la única flor de 4 pétalos que forma parte de sus adornos de oro en la túnica y cuyo significado es que allí se encuentra la divinidad. Sobre la frente en la cabeza de la Virgen, la constelación Corona Boreal recuerda aquella corona de doce estrellas que vio San Juan pero que aquí a pesar de estar presente no se veía por no estar en el manto. En su manto la constelación del Auriga (el Buen Pastor) y hacia sus pies toda aquellas constelaciones de los últimos tiempos de cuyas escenas se horrorizaba la cabritilla en los brazos del Buen Pastor: Tauro, Orión, Eridanus, Lepus… Con ella la Virgen refuerza el mensaje de su protección para los difíciles momentos de la Gran Tribulación.
Y por último, un airoso movimiento en la parte baja izquierda de su manto, en forma de 4, que deja ver como por casualidad la estrella Sirio, la más brillante del Cielo, gigante azul y una de las más cercanas a nuestro sistema solar. El nombre de esta estrella en hebreo Nas-Seir-Ene significa el príncipe que viene. Se piensa que el nombre de esta estrella es lo que da sentido al texto del Evangelio, se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de los Profetas: "Será llamado nazareno", porque tras buscar en toda la Escritura nunca aparece esa profecía. Quizá el nombre de la estrella Sirio es el eslabón que la providencia divina dejó para unir palpablemente el mensaje de salvación que transmiten la revelación escrita y la de las estrellas. En cualquier caso, el nombre de esta estrella anuncia el nuevo alumbramiento de la Mujer con dolor en el centro del Apocalipsis, que es el mensaje primario de toda la imagen milagrosa de la Tilma. En realidad, todo el manto de la Virgen de Guadalupe tiene un mensaje que une ambas fuentes de la única revelación. La Mujer del Apocalipsis, la Virgen de Guadalupe, confirma que hay una sabiduría en las estrellas divina, muy distinta del horóscopo que la tergiversó y que es especialmente útil en los últimos tiempos, los tiempos del Apocalipsis
Para encontrar el tiempo de la segunda Venida de nuestro Señor la Virgen de Guadalupe enseña que hay que buscar la señal de la Mujer en las estrellas. En el firmamento hay una constelación que dibuja una virgen que tiene en una mano una espiga (Spica) y en la otra una rama. La señal en el cielo podría ocurrir en la constelación de Virgo en algún momento que la Luna estuviera a sus pies, lo cual ocurre cada 29 días aproximadamente. La Mujer iba a tener un alumbramiento y grita con los dolores del parto y los tormentos de dar a luz. Por la sabiduría de los Reyes Magos deberíamos seguir el patrón de Júpiter y por tanto esperar que el planeta se viera en el vientre de la constelación, lo cual sucede cada 12 años aproximadamente.
Para precisar más aún la señal podemos ir a los datos que la Virgen del Carmen de Garabandal reveló entre los años 1961 y 1965 sobre la fecha del futuro gran Milagro. La fecha exacta sólo la reveló a Conchita, pero permitió que nos avanzara como pistas que este ocurriría entre el 8 y el 16 de alguno de los meses de marzo, abril o mayo, coincidiendo con la fiesta de un mártir de la Eucaristía. Conchita, buscando en un calendario perpetuo, comprobó que la fecha sería jueves. El resto del hallazgo, que no deducción, es labor del ordenador y cualquiera puede comprobar que la primera vez desde las apariciones de San Sebastián de Garabanda,l en que Júpiter estará en el vientre de Virgo con la Luna a sus pies, siendo jueves será el 13 de abril del 2017. Luego durante los siglos XXI y XXII no se volverá a repetir dicha configuración celeste. Ese día es la fiesta de San Hermenegildo, virrey de la Bética, que murió degollado en el año 390 en la cárcel de Tarragona por no querer recibir la comunión de manos de un obispo arriano. Además, ese día será Jueves Santo.
La Virgen dijo en Garabandal que aquel día ocurriría un hecho venturoso para la Iglesia que no tendría que ver con el Milagro. La Iglesia hemos visto que está representada por la constelación de Piscis, pero también lo está por el planeta Urano que tiene su eje de rotación notablemente inclinado hacia el Sol y los planetas interiores. Urano tiene anillos menos intensos que Saturno y 27 lunas, como el número de libros del Nuevo Testamento. El día 13 de abril del 2017 Urano estará en conjunción con el Sol (Dios) en la constelación de Piscis. La probabilidad de que en un día futuro vuelvan a coincidir ambos fenómenos relativos a Urano y Júpiter es de una vez cada 100.000 años.
4.1. Señales en el Sol y la Luna
A partir de esta pauta de hallazgos, se puede establecer una sistemática vigilancia amorosa sobre posibles señales celestiales que apunten a la próxima Venida de Nuestro Señor. El mismo Señor anunció que poco antes de su Venida habría signos en el sol, la luna y las estrellas lo que se podría considerar como una invitación a dirigir la mirada al cielo como los Reyes Magos, cuando ya otras señales indiquen la cercanía de los tiempos de su llegada. Como dijimos, hoy los programas informáticos son la herramienta que suple la dificultad de las observaciones directas. Pero ¿por dónde empezar nuestra búsqueda? ¿Qué fenómenos especiales del próximo futuro debemos buscar?
Existen estudios sobre sucesos astronómicos singulares de esta década, que se interpretan como posibles signos anunciadores de la próxima Venida del Mesías. Una de estas circunstancias singulares es la serie de 4 eclipses lunares seguidos separados por 6 meses, denominados Tétradas, que coinciden con las fiestas judías de Pascua y Tabernáculos en los años 2014 y 2015. Los eclipses se verán alternativamente en Virgo y en Piscis (la Iglesia). Los dos primeros eclipses lunares van seguidos de un eclipse solar a los 15 días, y los dos últimos van precedidos de otro eclipse solar 15 días antes. La Tétrada es un fenómeno que se da con frecuencias variables entre 11 y 20 años. Sin embargo, Tétradas coincidentes con las fiestas judías mosaicas inicial y final son muy escasos. Ésta será sólo la 8ª vez que ocurre desde los tiempos de Jesucristo y no volverá a darse antes de 500 años. Lo más significativo es que las Tétradas que han coincidido con fiestas mosaicas siempre han estado ligadas a sucesos importantes en la historia de los judíos. Así por ejemplo las tres ocasiones anteriores fueron en los años 1493-1494 fechas de su expulsión de España (Sefarad), 1949-50 fecha del reconocimiento del estado de Israel por la ONU tras su fundación en 1948 y, por último 1967-1968 fecha de la última conquista de Jerusalén por tropas judías.
4.2. La Señal de la Mujer del Apocalipsis.
Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. Muy probablemente esta Tétrada es una de las señales que anunciaba nuestro Señor a los apóstoles que se darían en los últimos tiempos. No obstante, sin quitar importancia como posible señal a los fenómenos lunares y eclipses solares de esta década, pienso que el patrón de los Reyes Magos nos lleva a poner el centro del interés preferentemente en las “estrellas” Júpiter y Venus, porque ahí fue donde ellos encontraron la señal definitiva sobre el cuándo y el dónde. La conjunción planeta-estrella supone un plus de iluminación en el cielo. Análogamente, en el estudio de la Revelación escrita se da un incremento de luz para desentrañar su sentido profundo cuando al propio texto de la Sagrada Escritura se une información de las apariciones marianas. Por tanto, la pista que seguiré para empezar la búsqueda sobre señales en las estrellas los últimos tiempos será indagar en el mensaje de apariciones marianas que tengan relación directa o indirecta con estrellas.
En este sentido, el manto de la imagen de la Virgen de Guadalupe tiene 46 estrellas que el Instituto Astronómico de México identificó con estrellas reales del cielo de México coincidentes con en el momento de su aparición de 1531. A su vez, la propia imagen de la milagrosa tilma de Guadalupe sigue la descripción del Apocalipsis sobre una futura gran señal que apareció en el Cielo. ¿Por qué, entonces, no intentar leer un mensaje en esas 46 estrellas, como lo harían los Reyes Magos pero pensando ya en la segunda Venida de Nuestro Señor? Así mismo en las apariciones de San Sebastián de Garabandal, la Virgen profetizó un próximo gran Milagro, para convertir al mundo entero, que se verá en el cielo en las cercanías de la aldea cántabra. En nuestro libro "Garabandal, 50 años después", describo con detalle los datos que las niñas dieron a conocer sobre ese futuro hecho progresivamente, que será el mayor Milagro que Jesús ha hecho por el mundo después de su propia Resurrección. Allí concluyo que ese Milagro anunciado se ajusta también a la gran señal que apareció en el Cielo del Apocalipsis.
En realidad, basta mirar las imágenes de la Virgen de Guadalupe y de Garabandal, para darse cuenta que el mensaje de ambas está ligado como comienzo y final de una misma historia. Así en la imagen de la Tilma, la Virgen aparece con su cabeza casi cubierta por el manto, mientras que en Garabandal está descubierta, sin velo, como si allí se develara lo que cinco siglos antes todavía debía estar oculto. Así mismo en México la Virgen aparece encinta porque va a dar a luz, mientras que en Garabandal es la única de las grandes apariciones marianas en que la Virgen aparece teniendo al Niño en sus brazos. Por último, la corona de 12 estrellas del Apocalipsis, que San Juan ve en el Apocalipsis no aparece en la imagen milagrosa del Tepeyac, pero si se hace visible en la de Garabandal.
La gran señal de la Mujer que se verá en el Cielo es el punto central del Apocalipsis y uno de los momentos claves de los acontecimientos de los últimos tiempos que narra el libro sagrado porque está unido al menos a cinco hechos importantes:
• El nacimiento con dolor del hijo varón que había de regir a las naciones con cetro de hierro.
• El arrebatamiento del hijo varón a Dios (o rapto) y la vuelta a su trono en la Tierra donde debe gobernar a las naciones
• Una importante caída de estrellas (sacerdotes) a la tierra arrastradas por la cola del Dragón.
• Una gran batalla entre Miguel y sus ángeles y el Dragón y los suyos.
• El comienzo de una última persecución contra la descendencia de la Mujer: los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús, que es el espíritu de profecía
Por tanto, si estudiamos a la luz de la Sagrada Escritura los datos que en ambas apariciones se mencionan directa o indirectamente sobre la señal en el Cielo, quizás encontremos, siguiendo los movimientos regulares de las estrellas, el momento histórico en que ocurrirá la señal de la Mujer, como fenómeno estelar en los cielos.
En primer lugar, en la Virgen de Guadalupe el Dr. M. Rojas identificó las estrellas de su manto de acuerdo con las figuras de las constelaciones que indica la figura. Para ello debió darse cuenta de que en el manto de la Virgen hay una simetría más una proyección anamórfica que traslada al plano la esfera celeste como un mapa preciso. Sorprende especialmente que ese mapa tenga la constelación Cruz del Sur, pues el movimiento de precesión de la Tierra la había desplazado con los siglos hacia el Sur y, desde la latitud de México ya no era visible hacía más de 1500 años. Fueron los viajes de Vasco de Gama por la ruta del Cabo Buena Esperanza (1488-1524) los que redescubrieron la constelación. En 1531 era improbable que se conociera ese dato en México.
Durante el siglo XX, la tilma de Guadalupe ha sido una continua sucesión de descubrimientos, que no pudieron ser apreciados en épocas anteriores por falta de medios tecnológicos, que complementan perfectamente su mensaje original para los hombres de nuestro tiempo. Quizás el más conocido es el del realismo de sus ojos que muestra el reflejo de las figuras de los personajes presentes en el momento de su estampación, que confirma la historia narrada en el Nican Mopohua en idioma náhuatl desde 1548. En nuestro caso, el descubrimiento de las estrellas citado me ha permitido realizar el esquema de la figura anterior aprovechando el fondo celeste de constelaciones que calcula el programa Starry Night 6.0 para la ciudad de México, el 9 de diciembre de 1531 hacia las 6:00 de la mañana. En azul he dibujado el contorno aproximado del manto de la Virgen tal como se proyectaría según las estrellas que identifico el P. Torres.
Este gráfico ayuda a comprender que la relación entre la Tilma de Guadalupe y las antiguas constelaciones tiene detrás una profunda enseñanza cuando se observa con los ojos de la sabiduría olvidada de los Reyes Magos y que sin duda la Virgen quería darnos. Así, toda la imagen converge y se centra en la estrella Regulus (pequeño Rey) en el vientre de la Virgen, la misma que sirvió de señal para los Reyes Magos en la primera Venida en su triple conjunción con Júpiter. En la Tilma este punto coincide con la única flor de 4 pétalos que forma parte de sus adornos de oro en la túnica y cuyo significado es que allí se encuentra la divinidad. Sobre la frente en la cabeza de la Virgen, la constelación Corona Boreal recuerda aquella corona de doce estrellas que vio San Juan pero que aquí a pesar de estar presente no se veía por no estar en el manto. En su manto la constelación del Auriga (el Buen Pastor) y hacia sus pies toda aquellas constelaciones de los últimos tiempos de cuyas escenas se horrorizaba la cabritilla en los brazos del Buen Pastor: Tauro, Orión, Eridanus, Lepus… Con ella la Virgen refuerza el mensaje de su protección para los difíciles momentos de la Gran Tribulación.
Y por último, un airoso movimiento en la parte baja izquierda de su manto, en forma de 4, que deja ver como por casualidad la estrella Sirio, la más brillante del Cielo, gigante azul y una de las más cercanas a nuestro sistema solar. El nombre de esta estrella en hebreo Nas-Seir-Ene significa el príncipe que viene. Se piensa que el nombre de esta estrella es lo que da sentido al texto del Evangelio, se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de los Profetas: "Será llamado nazareno", porque tras buscar en toda la Escritura nunca aparece esa profecía. Quizá el nombre de la estrella Sirio es el eslabón que la providencia divina dejó para unir palpablemente el mensaje de salvación que transmiten la revelación escrita y la de las estrellas. En cualquier caso, el nombre de esta estrella anuncia el nuevo alumbramiento de la Mujer con dolor en el centro del Apocalipsis, que es el mensaje primario de toda la imagen milagrosa de la Tilma. En realidad, todo el manto de la Virgen de Guadalupe tiene un mensaje que une ambas fuentes de la única revelación. La Mujer del Apocalipsis, la Virgen de Guadalupe, confirma que hay una sabiduría en las estrellas divina, muy distinta del horóscopo que la tergiversó y que es especialmente útil en los últimos tiempos, los tiempos del Apocalipsis
Para encontrar el tiempo de la segunda Venida de nuestro Señor la Virgen de Guadalupe enseña que hay que buscar la señal de la Mujer en las estrellas. En el firmamento hay una constelación que dibuja una virgen que tiene en una mano una espiga (Spica) y en la otra una rama. La señal en el cielo podría ocurrir en la constelación de Virgo en algún momento que la Luna estuviera a sus pies, lo cual ocurre cada 29 días aproximadamente. La Mujer iba a tener un alumbramiento y grita con los dolores del parto y los tormentos de dar a luz. Por la sabiduría de los Reyes Magos deberíamos seguir el patrón de Júpiter y por tanto esperar que el planeta se viera en el vientre de la constelación, lo cual sucede cada 12 años aproximadamente.
Para precisar más aún la señal podemos ir a los datos que la Virgen del Carmen de Garabandal reveló entre los años 1961 y 1965 sobre la fecha del futuro gran Milagro. La fecha exacta sólo la reveló a Conchita, pero permitió que nos avanzara como pistas que este ocurriría entre el 8 y el 16 de alguno de los meses de marzo, abril o mayo, coincidiendo con la fiesta de un mártir de la Eucaristía. Conchita, buscando en un calendario perpetuo, comprobó que la fecha sería jueves. El resto del hallazgo, que no deducción, es labor del ordenador y cualquiera puede comprobar que la primera vez desde las apariciones de San Sebastián de Garabanda,l en que Júpiter estará en el vientre de Virgo con la Luna a sus pies, siendo jueves será el 13 de abril del 2017. Luego durante los siglos XXI y XXII no se volverá a repetir dicha configuración celeste. Ese día es la fiesta de San Hermenegildo, virrey de la Bética, que murió degollado en el año 390 en la cárcel de Tarragona por no querer recibir la comunión de manos de un obispo arriano. Además, ese día será Jueves Santo.
La Virgen dijo en Garabandal que aquel día ocurriría un hecho venturoso para la Iglesia que no tendría que ver con el Milagro. La Iglesia hemos visto que está representada por la constelación de Piscis, pero también lo está por el planeta Urano que tiene su eje de rotación notablemente inclinado hacia el Sol y los planetas interiores. Urano tiene anillos menos intensos que Saturno y 27 lunas, como el número de libros del Nuevo Testamento. El día 13 de abril del 2017 Urano estará en conjunción con el Sol (Dios) en la constelación de Piscis. La probabilidad de que en un día futuro vuelvan a coincidir ambos fenómenos relativos a Urano y Júpiter es de una vez cada 100.000 años.
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El Apocalipsis Católico inicia en 2016
4.4. La posible señal de la segunda Venida
Gracias a la Astronomía Sagrada, al Apocalipsis y a dos apariciones marianas hemos encontrado la posible fecha en que ocurrirá un hecho de la gran tribulación, pero nuestro interés es buscar la fecha de la segunda Venida, el momento de Triunfo de nuestro Señor que acaba con la gran tribulación. ¿Qué podremos indagar de nuevo en las estrellas?
Al igual que Júpiter es el planeta que representa al Mesías, con frecuencia Saturno representa al enemigo o adversario. El comienzo de su nombre es un indicio, pero en el pasado y en el presente Saturno ha presidido las saturnalias y multitud de homenajes diabólicos. Por ello podríamos buscar cuándo es la siguiente vez, después de la señal de la Mujer que se da la conjunción Júpiter-Saturno, es decir que el planeta del Mesías tapa al planeta del enemigo, como si de una victoria celeste se tratara. Una vez vencido, Saturno, con su manto azul y su corona de anillos será el símbolo de la realeza establecida del Redentor (2ª venida) como Júpiter de color rojo es símbolo de la sangre que derramó (1ª venida) para redimirnos.
De nuevo es fácil poner en marcha el ordenador a partir del 13 de abril del 2017 y ver que Saturno marcha por delante de Júpiter a punto de entrar en el signo de Sagitario. Tres días más tarde, el día de Pascua, la Luna que dejó los pies de Virgo, llega a la posición de Saturno y en ese momento el planeta, como si le hubieran comunicado una mala noticia, inicia un movimiento retrógrado hacia la constelación de Ofiuco. El 31 de julio del 2017 Saturno toca a la altura de su talón la pierna del hombre que lucha con la Serpiente y que con el otro pie pisa la cabeza del Escorpión, recordando inevitablemente aquella profecía del Génesis: Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar. Más adelante veremos el significado de este momento en el movimiento estelar. Pocos días después Saturno reemprende su camino en la dirección normal hacia la Constelación de Sagitario a donde llega a mitad de noviembre.
Júpiter da una vuelta al zodíaco por la eclíptica en poco más de 12 años, mientras que Saturno lo hace en algo más de 30 años. Por tanto, la mayor velocidad de Júpiter hace que unos pocos años después, a la entrada de Capricornio, Júpiter de caza a Saturno y se produzca la conjunción que buscábamos el 21 de diciembre del 2020. En la figura se esquematiza esta carrera estelar.
Por el momento, esta fecha no podemos asegurar que sea la que marca la segunda Venida del Señor, una vez finalizado el periodo de la última semana de Daniel y que en ella se abriría una nueva época de santidad por la que todos los días pedimos en el Padrenuestro y que el Apocalipsis describe como un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, donde enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más. Para asegurarlo, profundicemos un poco más en la profecía de Daniel.
5. Comprobaciones indirectas de las señales astronómicas.
5.1. La profecía de Daniel y sus plazos
Daniel, hombre de las predilecciones, al final del capítulo 9 de su libro explica los plazos temporales que Dios estableció para la Venida del Mesías, entre un decreto que sería emitido por el rey de Babilonia para volver a construir Jerusalén y un momento final definido por seis resultados:
para poner fin a la rebeldía,
para sellar los pecados,
para expiar la culpa,
para instaurar justicia eterna,
para sellar visión y profecía,
para ungir el lugar más sagrado.
Es evidente que cada uno de estos seis elementos corresponde al fin de los tiempos. Tres se exponen en forma negativa y tres en forma positiva. Los negativos – rebeldía, pecados y culpa - terminan la rebelión iniciada por el pecado de Adán con el encadenamiento que realiza un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Sujetó al dragón, a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. Los tres elementos positivos se refieren a una nueva época subsiguiente de cielos nuevos y tierra nueva en la que habite la justicia, en la que se habrán cumplido las profecías y no serán necesarias visiones porque el hombre volverá a hablar con Dios como Adán en el Paraíso paseando por el jardín a la hora de la brisa de la tarde. Y sobre todo habrá llegado el tiempo de ungir el lugar más sagrado, donde se unen el alma activa y el espíritu vivificante con una nueva presencia divina en el hombre, de la que es modelo la Virgen de Guadalupe, casita sagrada.
El periodo de tiempo que se le desvela a Daniel se distribuye en dos plazos contados en semanas separados por un intervalo no definido. Para los hebreos, la semana es un grupo temporal de siete elementos homogéneos, de modo que hay semana de días, semana de semanas de días, semana de meses, semana de años y semana de semanas de años. De acuerdo con ello se establecen algunas festividades litúrgicas de su calendario como Pentecostés, en la semana de semanas desde la Pascua; las Tiendas, en la semana de meses; el Jubileo, en la semana de semanas de años. En el caso de la profecía de Daniel las semanas son de años.
El primero de los plazos, se refiere a la primera Venida del Mesías, y abarca 69 semanas de años mientras que el segundo es de una semana de años. Entre ambos periodos existe una ruptura de tiempo indefinido, que impide conocer directamente el tiempo total de la profecía, es decir el referido hasta la segunda Venida del Mesías. Así el ángel le dice queda sellado su significado en lo que se refiere a la hora final, y mientras no llegue dicha hora final. Sin embargo, el primer plazo de 69 semanas de años se cumplió con exactitud absoluta: desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas.
En efecto, durante 90 años se emitieron 4 decretos que permitían volver a los judíos a su tierra desde el exilio de Babilonia. El primero de Ciro el año 537 a. de JC. El segundo del rey Darío en el 519 a. de JC., el tercero en el año séptimo del rey Artajerjes, 457 a. de JC., disponiendo para el día uno del primer mes su salida de Babilonia, y el cuarto y último decreto del mismo Artajerjes I Longimano en el mes de Nisán, el año veinte del rey Artajerjes que en términos del calendario juliano corresponde a parte del mes de marzo y de abril del año 444 a. de JC. Los dos primeros decretos se refieren al templo de Jerusalén mientras que los dos últimos a la misma ciudad de Jerusalén: el templo, quedó reconstruido y dedicado en el año 516 a. de JC.
El instante inicial de la profecía queda marcado por alguno de los dos últimos decretos referidos a volver a construir Jerusalén y no al templo. Sólo el último de ellos se ajusta a un periodo de 483 años, si bien entendidos como años de duración perfecta: 12 meses de 30 días. Así, la duración en días del periodo es una sencilla multiplicación del número de semanas (69), por el número de años que tiene una semana de años (7) y por el número de días que tiene un año bíblico o perfecto (360). El resultado son 173.880 días que restados a la fecha final del domingo 29 de marzo del año 33 d. de J.C., Domingo de Ramos en que Jesucristo entra triunfalmente en Jerusalén como Mesías, dan como fecha inicial el 8 de marzo del 444 a. de JC., fecha del decreto de Artajerjes, dentro del mes de Nisán.
A continuación, se inicia el intervalo de tiempo indefinido comenzando por el hecho de que será muerto un ungido, sin que tenga culpa y el pueblo de un príncipe que vendrá destruirá la ciudad y el santuario. Y así dentro de este intervalo de longitud no definida primero murió Nuestro Señor en la Cruz y unos años más tarde llegaron a Jerusalén días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados. Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo de tu visitación. Por último, el intervalo de tiempo indefinido se cerrará, su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados y así dará paso al segundo y último periodo cuya duración es tan solo de una semana de años. Sin embargo este corto y último periodo concentra un importante número de sucesos que nuestro Señor describió como una gran tribulación cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla. Daniel señala los principales: El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador. Después, tras esos intensos acontecimientos se abrirá la nueva época histórica marcada por los seis elementos que dan comienzo a la profecía.
¿Cómo resolver el enigma del intervalo de tiempo indefinido de la profecía de Daniel para poder establecer el tiempo de la segunda Venida de Jesucristo? La respuesta vuelve estar, como en el caso de la señal de la Mujer, en aplicar patrones proféticos que contiene la propia Sagrada Escritura. Así, la gran profecía del Antiguo Testamento sobre la primera Venida del Mesías es la de Isaías: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Al aplicar este patrón profético al Nuevo Testamento para buscar la segunda Venida del Mesías, el momento en que aparece una doncella encinta de un hijo varón, que nacerá en el Apocalipsis, es la aparición de la Virgen de Guadalupe en México.
El tiempo de la primera Venida de Nuestro Señor lo marca con exactitud la primera parte de profecía de Daniel: 69 semanas de años perfectos del total de 70 semanas establecidas en la profecía. Al aplicar este patrón profético a la señal de la doncella encinta del Nuevo Testamento, es decir a la segunda Venida, debemos contar el plazo completo de 70 semanas de años a partir de su aparición en México porque en el Nuevo Testamento y para la segunda Venida no tiene sentido la interrupción debida a la muerte del Mesías. Si aplicamos en esta ocasión la duración del año solar para sumar 70 semanas de años al 12 de diciembre de 1531 obtenemos, por el desfase de la implantación del calendario Gregoriano, como fecha final el 21 de diciembre del año 2021. Aparentemente parece que hay un desfase de un año exacto con la fecha de la conjunción Júpiter-Saturno encontrada en el apartado anterior. Pero en realidad el 21 de diciembre del 2020 es el primer día del año 490 y por tanto el primer día en que se cumple la profecía de Daniel.
¡Sorprendente e inesperado encaje entre la profecía de Daniel, el día de la aparición de Guadalupe y la Sabiduría de los Reyes Magos! Pero no será la última sorpresa, sino la primera de una larga lista.
La exactitud de la profecía de Daniel en sus dos partes, concuerda con la precisión y el énfasis con que nuestra Madre quiso plasmar el día y la hora en que ocurrió la señal de Guadalupe, mediante unas estrellas reales en su manto. Era un modo de avisar sobre la importancia de la Sabiduría olvidada de los Reyes Magos. No era un día y hora cualquiera. Era el equinoccio que iniciaba un ciclo supra-anual en el calendario de la civilización azteca en el que se les abría una nueva época de libertad tras su cautividad diabólica. Era equinoccio de invierno, aniversario de la predicación de Jesucristo en el Templo de Jerusalén que recordaba a los hombres dioses sois, el núcleo de la Redención. Y finalmente era la fecha que marcaba el comienzo de la cuenta atrás para abrir el tiempo de la historia que pondrá fin a la rebeldía, instaurará justicia eterna, y ungirá el lugar más sagrado.
5.2. La abominación de la desolación
Gracias a la Astronomía Sagrada, al Apocalipsis y a dos apariciones marianas hemos encontrado la posible fecha en que ocurrirá un hecho de la gran tribulación, pero nuestro interés es buscar la fecha de la segunda Venida, el momento de Triunfo de nuestro Señor que acaba con la gran tribulación. ¿Qué podremos indagar de nuevo en las estrellas?
Al igual que Júpiter es el planeta que representa al Mesías, con frecuencia Saturno representa al enemigo o adversario. El comienzo de su nombre es un indicio, pero en el pasado y en el presente Saturno ha presidido las saturnalias y multitud de homenajes diabólicos. Por ello podríamos buscar cuándo es la siguiente vez, después de la señal de la Mujer que se da la conjunción Júpiter-Saturno, es decir que el planeta del Mesías tapa al planeta del enemigo, como si de una victoria celeste se tratara. Una vez vencido, Saturno, con su manto azul y su corona de anillos será el símbolo de la realeza establecida del Redentor (2ª venida) como Júpiter de color rojo es símbolo de la sangre que derramó (1ª venida) para redimirnos.
De nuevo es fácil poner en marcha el ordenador a partir del 13 de abril del 2017 y ver que Saturno marcha por delante de Júpiter a punto de entrar en el signo de Sagitario. Tres días más tarde, el día de Pascua, la Luna que dejó los pies de Virgo, llega a la posición de Saturno y en ese momento el planeta, como si le hubieran comunicado una mala noticia, inicia un movimiento retrógrado hacia la constelación de Ofiuco. El 31 de julio del 2017 Saturno toca a la altura de su talón la pierna del hombre que lucha con la Serpiente y que con el otro pie pisa la cabeza del Escorpión, recordando inevitablemente aquella profecía del Génesis: Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar. Más adelante veremos el significado de este momento en el movimiento estelar. Pocos días después Saturno reemprende su camino en la dirección normal hacia la Constelación de Sagitario a donde llega a mitad de noviembre.
Júpiter da una vuelta al zodíaco por la eclíptica en poco más de 12 años, mientras que Saturno lo hace en algo más de 30 años. Por tanto, la mayor velocidad de Júpiter hace que unos pocos años después, a la entrada de Capricornio, Júpiter de caza a Saturno y se produzca la conjunción que buscábamos el 21 de diciembre del 2020. En la figura se esquematiza esta carrera estelar.
Por el momento, esta fecha no podemos asegurar que sea la que marca la segunda Venida del Señor, una vez finalizado el periodo de la última semana de Daniel y que en ella se abriría una nueva época de santidad por la que todos los días pedimos en el Padrenuestro y que el Apocalipsis describe como un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido, donde enjugará las lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más. Para asegurarlo, profundicemos un poco más en la profecía de Daniel.
5. Comprobaciones indirectas de las señales astronómicas.
5.1. La profecía de Daniel y sus plazos
Daniel, hombre de las predilecciones, al final del capítulo 9 de su libro explica los plazos temporales que Dios estableció para la Venida del Mesías, entre un decreto que sería emitido por el rey de Babilonia para volver a construir Jerusalén y un momento final definido por seis resultados:
para poner fin a la rebeldía,
para sellar los pecados,
para expiar la culpa,
para instaurar justicia eterna,
para sellar visión y profecía,
para ungir el lugar más sagrado.
Es evidente que cada uno de estos seis elementos corresponde al fin de los tiempos. Tres se exponen en forma negativa y tres en forma positiva. Los negativos – rebeldía, pecados y culpa - terminan la rebelión iniciada por el pecado de Adán con el encadenamiento que realiza un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Sujetó al dragón, a aquella serpiente antigua que es el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. Los tres elementos positivos se refieren a una nueva época subsiguiente de cielos nuevos y tierra nueva en la que habite la justicia, en la que se habrán cumplido las profecías y no serán necesarias visiones porque el hombre volverá a hablar con Dios como Adán en el Paraíso paseando por el jardín a la hora de la brisa de la tarde. Y sobre todo habrá llegado el tiempo de ungir el lugar más sagrado, donde se unen el alma activa y el espíritu vivificante con una nueva presencia divina en el hombre, de la que es modelo la Virgen de Guadalupe, casita sagrada.
El periodo de tiempo que se le desvela a Daniel se distribuye en dos plazos contados en semanas separados por un intervalo no definido. Para los hebreos, la semana es un grupo temporal de siete elementos homogéneos, de modo que hay semana de días, semana de semanas de días, semana de meses, semana de años y semana de semanas de años. De acuerdo con ello se establecen algunas festividades litúrgicas de su calendario como Pentecostés, en la semana de semanas desde la Pascua; las Tiendas, en la semana de meses; el Jubileo, en la semana de semanas de años. En el caso de la profecía de Daniel las semanas son de años.
El primero de los plazos, se refiere a la primera Venida del Mesías, y abarca 69 semanas de años mientras que el segundo es de una semana de años. Entre ambos periodos existe una ruptura de tiempo indefinido, que impide conocer directamente el tiempo total de la profecía, es decir el referido hasta la segunda Venida del Mesías. Así el ángel le dice queda sellado su significado en lo que se refiere a la hora final, y mientras no llegue dicha hora final. Sin embargo, el primer plazo de 69 semanas de años se cumplió con exactitud absoluta: desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén, hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas.
En efecto, durante 90 años se emitieron 4 decretos que permitían volver a los judíos a su tierra desde el exilio de Babilonia. El primero de Ciro el año 537 a. de JC. El segundo del rey Darío en el 519 a. de JC., el tercero en el año séptimo del rey Artajerjes, 457 a. de JC., disponiendo para el día uno del primer mes su salida de Babilonia, y el cuarto y último decreto del mismo Artajerjes I Longimano en el mes de Nisán, el año veinte del rey Artajerjes que en términos del calendario juliano corresponde a parte del mes de marzo y de abril del año 444 a. de JC. Los dos primeros decretos se refieren al templo de Jerusalén mientras que los dos últimos a la misma ciudad de Jerusalén: el templo, quedó reconstruido y dedicado en el año 516 a. de JC.
El instante inicial de la profecía queda marcado por alguno de los dos últimos decretos referidos a volver a construir Jerusalén y no al templo. Sólo el último de ellos se ajusta a un periodo de 483 años, si bien entendidos como años de duración perfecta: 12 meses de 30 días. Así, la duración en días del periodo es una sencilla multiplicación del número de semanas (69), por el número de años que tiene una semana de años (7) y por el número de días que tiene un año bíblico o perfecto (360). El resultado son 173.880 días que restados a la fecha final del domingo 29 de marzo del año 33 d. de J.C., Domingo de Ramos en que Jesucristo entra triunfalmente en Jerusalén como Mesías, dan como fecha inicial el 8 de marzo del 444 a. de JC., fecha del decreto de Artajerjes, dentro del mes de Nisán.
A continuación, se inicia el intervalo de tiempo indefinido comenzando por el hecho de que será muerto un ungido, sin que tenga culpa y el pueblo de un príncipe que vendrá destruirá la ciudad y el santuario. Y así dentro de este intervalo de longitud no definida primero murió Nuestro Señor en la Cruz y unos años más tarde llegaron a Jerusalén días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados. Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo de tu visitación. Por último, el intervalo de tiempo indefinido se cerrará, su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados y así dará paso al segundo y último periodo cuya duración es tan solo de una semana de años. Sin embargo este corto y último periodo concentra un importante número de sucesos que nuestro Señor describió como una gran tribulación cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla. Daniel señala los principales: El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador. Después, tras esos intensos acontecimientos se abrirá la nueva época histórica marcada por los seis elementos que dan comienzo a la profecía.
¿Cómo resolver el enigma del intervalo de tiempo indefinido de la profecía de Daniel para poder establecer el tiempo de la segunda Venida de Jesucristo? La respuesta vuelve estar, como en el caso de la señal de la Mujer, en aplicar patrones proféticos que contiene la propia Sagrada Escritura. Así, la gran profecía del Antiguo Testamento sobre la primera Venida del Mesías es la de Isaías: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Al aplicar este patrón profético al Nuevo Testamento para buscar la segunda Venida del Mesías, el momento en que aparece una doncella encinta de un hijo varón, que nacerá en el Apocalipsis, es la aparición de la Virgen de Guadalupe en México.
El tiempo de la primera Venida de Nuestro Señor lo marca con exactitud la primera parte de profecía de Daniel: 69 semanas de años perfectos del total de 70 semanas establecidas en la profecía. Al aplicar este patrón profético a la señal de la doncella encinta del Nuevo Testamento, es decir a la segunda Venida, debemos contar el plazo completo de 70 semanas de años a partir de su aparición en México porque en el Nuevo Testamento y para la segunda Venida no tiene sentido la interrupción debida a la muerte del Mesías. Si aplicamos en esta ocasión la duración del año solar para sumar 70 semanas de años al 12 de diciembre de 1531 obtenemos, por el desfase de la implantación del calendario Gregoriano, como fecha final el 21 de diciembre del año 2021. Aparentemente parece que hay un desfase de un año exacto con la fecha de la conjunción Júpiter-Saturno encontrada en el apartado anterior. Pero en realidad el 21 de diciembre del 2020 es el primer día del año 490 y por tanto el primer día en que se cumple la profecía de Daniel.
¡Sorprendente e inesperado encaje entre la profecía de Daniel, el día de la aparición de Guadalupe y la Sabiduría de los Reyes Magos! Pero no será la última sorpresa, sino la primera de una larga lista.
La exactitud de la profecía de Daniel en sus dos partes, concuerda con la precisión y el énfasis con que nuestra Madre quiso plasmar el día y la hora en que ocurrió la señal de Guadalupe, mediante unas estrellas reales en su manto. Era un modo de avisar sobre la importancia de la Sabiduría olvidada de los Reyes Magos. No era un día y hora cualquiera. Era el equinoccio que iniciaba un ciclo supra-anual en el calendario de la civilización azteca en el que se les abría una nueva época de libertad tras su cautividad diabólica. Era equinoccio de invierno, aniversario de la predicación de Jesucristo en el Templo de Jerusalén que recordaba a los hombres dioses sois, el núcleo de la Redención. Y finalmente era la fecha que marcaba el comienzo de la cuenta atrás para abrir el tiempo de la historia que pondrá fin a la rebeldía, instaurará justicia eterna, y ungirá el lugar más sagrado.
5.2. La abominación de la desolación
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Re: El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Gracias Compañero! me interesa la diferenciación entre Planeta -7x y Ajenjo. Gracias.
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Re: El Apocalipsis Católico inicia en 2016
SIGAA escribió:[url=
Hum yo lo creo aún lejos, pero no soy nadie. Quizás por esta imagen es que hay tantos videos hablando del cambio de polos en agosto de este año. Si tengo confirmación de Brousard a través de compañeros de arriba de que esto viene de Sagitario como se ve en las imágenes del Contador. Saludos.
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El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Administrador:
Gill Brousard le llama Planeta 7x a Nibiru. Y Ajenjo nombre bíblico Antonio Yagüe lo considera un Asteroide en curso de colisión con la Tierra.
Además, en la Astronomia Sagrada simplemente toma el extraordinario material de este personaje (actualmente vivo) Gill Broussard, para efecto de comparar las hipótesis de ambos.
Saludos.
Gerardo.
Gill Brousard le llama Planeta 7x a Nibiru. Y Ajenjo nombre bíblico Antonio Yagüe lo considera un Asteroide en curso de colisión con la Tierra.
Además, en la Astronomia Sagrada simplemente toma el extraordinario material de este personaje (actualmente vivo) Gill Broussard, para efecto de comparar las hipótesis de ambos.
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Re: El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Gracias Gerardo...!SIGAA escribió:Administrador:
Gill Brousard le llama Planeta 7x a Nibiru. Y Ajenjo nombre bíblico Antonio Yagüe lo considera un Asteroide en curso de colisión con la Tierra.
Además, en la Astronomia Sagrada simplemente toma el extraordinario material de este personaje (actualmente vivo) Gill Broussard, para efecto de comparar las hipótesis de ambos.
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El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Buenas noches colegas.
Mañana, ahora que ya domino un poco mejor la inserción de imágenes, he preparado la inserción de 26 imágenes relativas al tema, que creo más apasionante, "La razón del fin de los últimos tiempos". Considero que el tema ha estado flotando por ahí, sin llegar en verdad a comprenderse del todo. Lo que si puedo afirmar que es preponderante y a la vez sensitivo. Esto es importante, porque la fecha del AVISO ya está a CIEN días de que suceda, y distraídos por lo que nos sucedió en 2012, con Elenin, la primera llegada de Nibiru, luego Ison, en seguida el asteroide que golpearía fulminantemente a Puerto Rico, para terminar con este supuesto cambio de polos de apenas hace 2 días. no nos hemos detenido en lo que los libros antiguos proféticos nos han señalado, en las profecías que necesariamente tienen que cumplirse algún día. Sin embargo, como siempre, alguien hace el trabajo meticuloso de investigación como cualquier Rey Mago de la primera venida de Cristo (Antonio Yagüe), y nos informa en miriada de videos (tal vez excesivos) lo que está por acontecer.
Esto es el fin de esta historia, empezando otra totalmente diferente (para los que queden). Estas imágenes que presentaré el día de mañana, no son imágenes en el propio sentido de lo que es una imagen, sino conceptos concretos, soportados debidamente, de porque todo termina y luego continuará totalmente distinto hasta el fin del tiempo. Este si definitivo. Nos quedan sólo 100 días.
PD. Está ya participando una insigne estudiosa católica de estos temas, Stella Plateada, ojalá nos apoye en las conclusiones que resulten de la exposición de estas 26 imágenes.
Saludos.
SIGAA (Gerardo Aguilar Aguilar)
Mañana, ahora que ya domino un poco mejor la inserción de imágenes, he preparado la inserción de 26 imágenes relativas al tema, que creo más apasionante, "La razón del fin de los últimos tiempos". Considero que el tema ha estado flotando por ahí, sin llegar en verdad a comprenderse del todo. Lo que si puedo afirmar que es preponderante y a la vez sensitivo. Esto es importante, porque la fecha del AVISO ya está a CIEN días de que suceda, y distraídos por lo que nos sucedió en 2012, con Elenin, la primera llegada de Nibiru, luego Ison, en seguida el asteroide que golpearía fulminantemente a Puerto Rico, para terminar con este supuesto cambio de polos de apenas hace 2 días. no nos hemos detenido en lo que los libros antiguos proféticos nos han señalado, en las profecías que necesariamente tienen que cumplirse algún día. Sin embargo, como siempre, alguien hace el trabajo meticuloso de investigación como cualquier Rey Mago de la primera venida de Cristo (Antonio Yagüe), y nos informa en miriada de videos (tal vez excesivos) lo que está por acontecer.
Esto es el fin de esta historia, empezando otra totalmente diferente (para los que queden). Estas imágenes que presentaré el día de mañana, no son imágenes en el propio sentido de lo que es una imagen, sino conceptos concretos, soportados debidamente, de porque todo termina y luego continuará totalmente distinto hasta el fin del tiempo. Este si definitivo. Nos quedan sólo 100 días.
PD. Está ya participando una insigne estudiosa católica de estos temas, Stella Plateada, ojalá nos apoye en las conclusiones que resulten de la exposición de estas 26 imágenes.
Saludos.
SIGAA (Gerardo Aguilar Aguilar)
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Re: El Apocalipsis Católico inicia en 2016
Bueno, gracias SIGAA, espero con curiosidad conocer tu trabajo.
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El Apocalipsis Católico inicia en 2016
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Para empezar, lo primero es manifestar esperanza de que si las cosas se ponen muy mal, siempre habrá la oportunidad para alguien. ¿Quiénes? Por nuestra fe y hechos seremos evaluados. La Gran Tribulación con Nibiru entre la Tierra y el Sol en los días del once al trece de noviembre del 2016, será el AVISO que se nos ha dado.
Para empezar, lo primero es manifestar esperanza de que si las cosas se ponen muy mal, siempre habrá la oportunidad para alguien. ¿Quiénes? Por nuestra fe y hechos seremos evaluados. La Gran Tribulación con Nibiru entre la Tierra y el Sol en los días del once al trece de noviembre del 2016, será el AVISO que se nos ha dado.
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